15 de marzo de 2012

La Dieta Mental


Por: Ramón de la Peña Manrique

A raíz de mi artículo anterior sobre la obesidad mental, donde se describía que tenemos una alimentación intelectual sumamente cargada de cadáveres, adrenalina, romances ardientes, violencia y emociones encontradas, recibí un buen número de mensajes de mi correctora de estilo.

¿Qué propones para prevenir y eliminar la obesidad mental?, ¿cuáles son los alimentos mentales sanos?, me pregunta ella, y propone varios caminos para tener una buena dieta mental y dejar la comida rápida mental.

Una propuesta es que los canales de televisión y empresarios realicen y patrocinen buenos programas de televisión como los del Discovery Channel, los cuales son muy interesantes y atrapan nuestra atención.

También propuso pedir, patrocinar y promover tener buenos comerciales, en la televisión, radio y en panorámicos.

Pero, sobre todo, los padres debemos de tomar el control y ser un ejemplo para nuestros hijos, no puedes pedirle a tus hijos que no vean ciertos programas cuando los que tú ves son de lo más banal.

Cómo pedirle a un hijo que no sea violento si le permites ver programas que promueven con toda naturalidad la humillación y hasta la violencia física y verbal.

Finalmente, me recomendó leer y proponer seguir la dieta mental de siete días, impulsada por Emmet Fox en su libro "The Seven Days Mental Diet" que, como podrán intuir, su objetivo es rejuvenecer nuestro cuerpo mental.

Esto se logra, asegura Emmet, con una estrategia similar a la que se sigue en las dietas físicas: evitar los alimentos chatarra que producen cuerpos chatarra y llenarnos de alimentos sanos y frescos para tener un cuerpo físico sano y fuerte.

¿Y cuál es el alimento de la mente?

Son en esencia los pensamientos positivos o negativos que llegan a nuestro cerebro a través de lo que leemos en los medios impresos o digitales; lo que observamos en los programas de televisión, en los panorámicos y lo que escuchamos en los programas de radio.

Pero ¿cuál es la receta que nos recomienda Emmet? Él nos recomienda no darle asilo en nuestra mente a pensamientos que no sean positivos, optimistas, amables y constructivos durante siete días.

Nos dice que una semana será suficiente para que el hábito de pensar positivamente comience a ser un proceso formal en nuestro cerebro. Este hábito nos será más atractivo y más fácil de usar que el que causa la obesidad mental.

¿Qué es lo que nos pide esta dieta?

Antes que todo que la queramos hacer, que tengamos la clara intención de no albergar pensamientos e ideas negativas. Esto no quiere decir que en los siete días de la dieta no recibiremos noticias o ideas negativas, pues seguramente nos tocará escuchar y leer acerca de crímenes, desastres, secuestros, mantas agresivas en los puentes peatonales. Lo importante es que no les demos albergue en nuestra mente.

¿Qué debemos hacer entonces? Rechazar de inmediato los pensamientos negativos y pensar en otra cosa.

Los pensamientos negativos son como una plaga de zancudos: si uno no se protege o los elimina terminará todo picoteado. Es hacer lo que aquella persona a quien, al estar sentada junto a una fogata, le cae una chispa en la manga de su chaqueta: si apaga de inmediato la chispa no le pasará nada, pero si no la apaga el daño será más grande, y si a cada rato le caen chispas y no hace nada pronto se quedará sin chaqueta.

¿Pero qué podemos hacer cuando una persona nos agrede verbalmente?, me pregunta mi correctora de estilo, ¿cómo evitar tener pensamientos negativos?

Le contesté que hay que seguir el ejemplo de aquella persona que recibió un agravio importante de un enemigo político, quien sin perder compostura le pregunta:
Si a usted le dan un regalo que no quiere, ¿qué hace con el regalo?

Pues lo devuelvo, le responden.

Pues el regalo que usted me dio no me gusta y se lo regreso, concluye el primero.

Como ven, es una elegante manera de llevar a cabo nuestra dieta mental.

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