15 de marzo de 2012

Chapulineo

Por: Rosaura Barahona


Mi querido Mentor Tijerina nos explicó en estas páginas el martes pasado por qué el chapulineo no es malo como los legos creemos. Mentor sabe mucho de teoría política (y de muchas otras cosas más), y sus argumentos, al menos para mí, resultaron impecables y fundamentados.

Debo aclarar que quien esto escribe no sabe nada (y nunca ha pretendido saberlo) de teoría política y, por lo mismo, esto no es ni busca ser una discusión al respecto. Carezco de argumentos para entrar en una con decoro, pero sí, como ciudadana, me siento obligada a plantear algunas de las inquietudes provocadas por su texto, del cual aprendí cosas muy interesantes.

No era ése el tema, pero en ningún lugar del artículo su autor vincula la molestia de los ciudadanos ante el chapulineo con las falsas promesas hechas al pueblo por algunos políticos. ¿Por qué el pueblo los critica con tanta enjundia cuando, ante un panorama más prometedor en lo político y en lo económico, dejan colgado el puesto para el cual fueron electos?

No es, se lo aseguro, porque se desee imponer "un mandato imperativo" ni porque se busque dañar "la democratización y la movilidad en el reclutamiento de la clase política".

Los ciudadanos preocupados (votantes, la mayoría) no haríamos nada por impedir o boicotear algo que favorezca la democratización en este País. De modo que si al criticar el chapulineo estamos dañando nuestra débil democracia, debe quedar claro que no es ésa la intención.

Ignoro si la teoría política reflexione sobre los aspectos emocionales y anímicos de los ciudadanos. Me gustaría creer que sí, pero no lo sé. Sin embargo, si no lo hace, debería hacerlo porque ahí está la piedra que, en este tercermundista caso, nos molesta en el zapato.

Todos conocemos los videos en donde Ivonne Álvarez promete y se compromete, llena de entusiasmo, a terminar su mandato como Alcaldesa de Guadalupe. Basta buscarlos en YouTube para encontrarlos. Permítame reproducir parcialmente uno de ellos, el de la charla de Ivonne con los lectores de EL NORTE:
 
Moderador: "Recibimos esta pregunta que nos ha llegado varias veces y dice: espero que no vaya a hacer lo mismo que Cristina Díaz, que ni si quiera completó su gestión al frente del Municipio. ¿Usted se compromete?".

Ivonne: "¡Por supuesto!".

Moderador: "¿Los tres años?".

Ivonne: "Los tres años completitos y esto sí me gustaría que quedara escrito, grabado y como un compromiso palpable de Ivonne. Voy a terminar los tres años si ustedes me dan la oportunidad de poder servirles. El compromiso que quiero adquirir con Guadalupe es muy profundo, y además de mucha responsabilidad y de mucha seriedad, y es una demanda que la gente nos ha solicitado. Su confianza la vamos a hacer trabajando todos los días, pero, además, los tres años completitos".

Los políticos son famosos por sus promesas falsas. ¿Debemos partir, siempre, de que todas lo son? De ser así, ¿entonces para qué hacer campañas si estos compromisos "de mucha profundidad, responsabilidad y seriedad" valen sorbete en cuanto se asoma una mejor oportunidad en el panorama de quien mintió con toda intención y cinismo?

No es tanto que deseemos imponer un mandato imperativo ni dañar la democratización y la movilidad en el reclutamiento de la clase política, es que estamos hartos de sabernos burlados intencionalmente.

Ivonne se enojó cuando la regresaron a su puesto porque lo consideró una injusticia. Alguien debe recordarle que injusticia también es romper sus promesas, no disculparse con los guadalupenses e indignarse, como si ella fuera la dañada.

Hay otro video de Ivonne en donde agradece a Guadalupe el haber sido seleccionada como candidata al Senado por el PRI. En un momento dice que ganarán la confianza todos los días en el Estado de Nuevo León. ¿Estos "todos los días" serán, como los de Guadalupe, truncos, o estos "todos los días" serán todos de verdad?

Se puede defender el chapulineo con argumentos, de veras, contundentes. Lo que no se puede defender es que los chapulines mientan a sabiendas de que lo hacen.

Ojalá aprendan la lección y en vez de decir: "Juro estar los tres años completitos", que digan: "Haré lo posible por...". Si los elegimos así, no nos sentiríamos burlados de nuevo.

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