11 de diciembre de 2011

La espiritualidad, valor olvidado.

Por: Antonieta B. de De Hoyos

La espiritualidad es una creencia innata, es una forma de ser que nace desde dentro de la persona humana, para ir al encuentro de ese Ser Supremo que llamamos Dios.
Hago referencia a lo anterior porque hace unos días, mientras buscaba información por el internet encontré varios artículos que mostraban los grandes beneficios que da el llevar una vida espiritual desde la infancia.
Dicen los expertos que la  espiritualidad garantiza la felicidad de los niños y que la religiosidad y el dinero no los hace más felices. También dicen que esta formación le da sentido a su vida, estimula su esperanza, refuerza las normas sociales positivas y proporciona una red social de apoyo.
Eso me llevo a pensar que educar a los niños en la espiritualidad, no es una opción sino una necesidad, si queremos que se conduzcan con amabilidad y altruismo.
Según estos estudios el meditar y rezar, no influye en la felicidad de los niños porque son actos externos determinados por los padres, mientras la espiritualidad es un sistema de creencias interno.
La espiritualidad y la felicidad tienen una relación muy importante, en la que el dinero contribuye muy poco. Ojalá y muy pronto haya actividades escolares que vayan en esta dirección, porque está comprobado que la gente feliz es más tolerante, creativa y productiva.
Los niños son muy perceptivos, captan mucho más de lo que imaginamos. Captan el estado de ánimo y las preocupaciones de los adultos, se enteran de todo lo que sucede en su entorno a través de las noticias que sus padres escuchan. Son extremadamente sensibles, descubren la sensación de indefensión que se vive en casa a causa de  la inseguridad en la ciudad. Sienten la energía y la vibración negativa en los lugares que visita.

Por supuesto que deben tomarse medidas de seguridad y enseñárselas a los niños, pero tratando de aprovechar ese inmenso recurso que tienen los niños, la espiritualidad.
Creer en una fuerza superior, en Dios, en la importancia de principios universales como el amor, la gratitud, el respeto, la solidaridad, es algo que parece simple, sin importancia, pero es lo que hace que el niño sienta que existe un orden en el universo, una fuerza superior que se mueve: el sol, las nubes, el viento y se enorgullezca de ser parte de  esa naturaleza.

Cuando los padres viven la espiritualidad es más fácil para los niños comprenderla. Cuando se les permite a los niños creer que existe un Dios bueno que les envía ángeles, siempre se sienten protegidos y acompañados.

Las oraciones, los cantos, los cuentos espirituales son excelentes herramientas para este aprendizaje, porque cuando un niño tiene miedo en la noche, puede imaginar que se encuentra dentro del corazón de Jesús que le protege. 

 “Lo esencial es invisible a los ojos”… pero allí está. (Tomado del libro “El Principito” de Saint Exupery)

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