9 de noviembre de 2011

Tradicionales o combinadas, las amas de casa son admirables.


Por: Antonieta B de De Hoyos

Varios son los motivos por los que desde décadas pasadas las mujeres responsables de un hogar y una familia se han integrado al mercado laboral y son merecedoras de admiración y respeto, pues hay que reconocer que compaginar ambas actividades, tratando de que todo salga lo mejor posible, no es tarea fácil. 

Desde el momento en que una mujer asume su derecho a trabajar y no renuncia a su sueño de ser madre y esposa perfecta, se convierte en una “súper mujer”.

Para nuestro infortunio el ama de casa de tiempo completo, la tradicional, está a punto de extinción. Aquellas mujeres que día y noche por tiempo indefinido sirven a su familia, son cada vez menos. Trabajo agotador que sociedad y familia no reconoce todavía.

La modernidad nos trajo otra clase de ama de casa: la “combinada”, la que además de servir en el hogar, debe buscar alguna forma de ingresos extras desde la casa, para ello utiliza las nuevas tecnologías como el internet y los medios de información que existen. Probablemente cuando el último de los hijos ingrese a la primaria, ella pueda tomar un empleo fuera de casa o  realizarse en la profesión que tenga. Lo cierto es que de esa decisión, seguro que nunca se arrepentirá.

Pero las cosas no han cambiado mucho porque tradicional o combinada, siguen siendo amas de casa. Las primeras a veces se sienten solas, ignoradas y desprestigiadas socialmente, y las segundas sobrecargadas, explotadas y estresadas. Muchas amas de casa experimentan estos sentimientos que les alejan del sueño de toda mujer: formar un hogar feliz.

Emociones provocadas por la abrumadora carga de obligaciones hogareñas ya que caminar contra reloj,  descontrola por completo su cuerpo y su espíritu. Por supuesto que ser ama de casa es una tarea sublime y valiosa, ver a los hijos crecer, correctos, instruidos, alejados de los vicios es el mejor pago que se puede recibir, pero no olvidemos que para lograrlo nunca está de más la presencia de un buen compañero en este difícil caminar.

Lo esencial es no prestar oídos a lo que muchos dicen y que daña la reputación del ama de casa. Los medios de comunicación carentes de ética han distorsionado la misión de la mujer, la han minimizado a en un frívolo símbolo sexual y de trabajo. Necesitamos mensajes positivos, los abuelos no eran tontos, amaban y protegían a la madre de sus hijos, porque sabían que sin ella nada fructificaría.


Oremos por nuestras queridas y admiradas amas de casa, para que no se desanimen  en su titánica labor, para que continúen a pesar de lo adverso; pues solo ellas con su diaria labor de educar y amar harán de este mundo un espacio mejor.

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