18 de junio de 2011

¿Y las ovejas?

Por: Antonieta B. de De Hoyos

Ha pasado mucho tiempo desde que escuché por vez primera el Sermón del Buen Pastor en la Parroquia de mi comunidad. Desde entonces me pareció hermoso su mensaje, pero solo hasta hoy que lo recibo vía electrónica y que  decido leerlo con mayor detenimiento, me percato de su excelsa belleza.

Esta vez forma parte de una carta que consta de seis páginas y va dirigida a los coahuilenses, viene firmada por los tres Obispos activos de las diferentes Diócesis: Torreón, Saltillo y Piedras Negras. Su principal motivo es incentivar a la gente para que acuda a emitir su voto en las ya próximas elecciones para diputado local y gobernador.

Éste escrito es algo excepcional, es la forma más respetuosa y efectiva de conducir al ciudadano común a la reflexión profunda y personal, que desde la óptica de la honestidad y la responsabilidad ética, debe cada uno cuestionarse antes de acceder a un acto democrático tan relevante y trascedente.

En el Sermón del Buen Pastor, Jesús se compara a sí mismo como un buen pastor que cuida la vida de sus ovejas, al mismo tiempo nos recuerda que, el que no entre por la puerta del redil sino por otro lado, es un ladrón, un salteador. Por eso el que entra cuando el portero le abre, llamará a cada una de sus ovejas y ellas reconocerán su voz, ya todas afuera va delante de ellas y estas le siguen. No seguirán a un extraño, porque al desconocer la voz huirán de él.

El ladrón viene a robar, a matar. El asalariado que no es pastor, que no posee ninguna oveja, no le importa la suerte de ellas, ve venir al lobo y huye, las abandona, entonces el lobo captura algunas y dispersa a otras.

Todo buen pastor buscará los medios para proteger la vida de las ovejas y les proveerá de todos los recursos que las conduzcan a una vida segura.  El mal pastor, no está al servicio de la vida del rebaño, usa al rebaño mientras le sirve, nunca saca la cara por ellas, cuando están en peligro se hace cómplice del lobo para que las victimice, no impide el feroz ataque. Así, las ovejas acaban por ser víctimas del lobo y del mal pastor.

Las ovejas del siglo XXI hemos sufrido la falsedad, la charlatanería y el desencanto muchas veces, hoy no tenemos fuerza para luchar, estamos débiles, dejamos de beber el agua de la fuente viva, nos alejamos de 



Dios y de su Palabra. Es preciso detener el paso y escuchar esa voz con atención, para no aceptar como guía a cualquier patán.

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