21 de junio de 2010

Cuando Dios hizo a los socorristas.


Por: Antonieta B. de De Hoyos

Se encontraba Dios trabajando intensamente en su creación favorita… el hombre. Esta vez buscaba un modelo muy especial, alguien que en todo momento pudiera y quisiera ayudar al prójimo en desgracia. Esta era una creación que requería singular cuidado, por lo que debería estar muy atento a los detalles que incluiría. Hacer a un socorrista no era tarea fácil, pues por la naturaleza de su trabajo requeriría de personas súper sensibles y responsables. Un socorrista jamás sería un improvisado ya que de su preparación y habilidad, pendería la vida de muchos inocentes en infortunio, por ejemplo: un incendio, un accidente automovilístico, un asalto a mano armada a comercios ó casa habitación, fenómenos naturales como inundaciones, tornados, etc.

Un socorrista debe ser fuerte, capaz de cargar a una persona herida a través del campo lodoso y en la oscuridad, sortear balas perdidas para salvar a un niño lesionado, entrar a una casa en la que un inspector de salubridad jamás entraría; deberá ser capaz de levantar tres veces su peso, introducirse en autos destrozados sin espacio para moverse, consolar a una madre angustiada mientras practica respiración de boca a boca, a un bebé que sabe que nunca más volverá a respirar.

Un socorrista se adaptará a una alimentación frugal, a veces a una taza de café, a una comida y un descanso interrumpido por la emergencia, pero aun así, conservarse siempre al tope de sus facultades físicas y mentales.

Deberá ser muy ágil con sus ojos y sus manos, ya que al mismo tiempo que verá si la sangre está drenando, anotará los signos vitales, distinguirá síntomas, cuidará de la seguridad de sus compañeros, consolará al paciente y le confortará diciéndole que todo saldrá bien, aunque en su interior piense lo contrario.

Dios meditó mucho en este peculiar modelo, tenía que hacerlo de manera que pudiera atender a conductores ebrios y drogados sin crear problemas. Por supuesto que sería muy inteligente, de tal forma que pudiera decir los síntomas de cien enfermedades, recitar dormido el cálculo de dosis de medicamentos, intubar, desfibrilar, medicar y mantener RCP, (respiración cardiaca pulmonar) en forma continua, aun en situaciones en las que cualquier medico dudaría… y además también mantener el buen humor.

Será una persona acostumbrada a controlar sus emociones, para que pueda examinar a un paciente politraumatizado, convencer a un anciano enfermo de que abra la puerta de su casa, confortar a la familia de una víctima asesinada y, localizar rápidamente una vivienda que no tiene nombre de calle, número, ni teléfono donde obtener información, sabiendo que ahí, una persona puede estar a punto de morir.

Dijo Dios: Sé que ser socorrista significa desempeñar una labor que no cubre ningún cheque semanal. Que son demasiadas las emociones vividas en cada suceso y que para superarlo necesita de mi aliento divino y de unas lágrimas que le sirvan de escape. Ellas serán la manifestación de sentimientos contenidos por aquellos pacientes que trató de salvar y no pudo; significarán también la esperanza y el gozo de saber que en algún momento, el logró con su esfuerzo y con mi bendición, hacer la diferencia entre la vida y la muerte de una persona.

Con admiración y respeto hacia todos los socorristas del mundo, este 24 de junio, Día internacional del Socorrista.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias amigos, un saludo solidario de www.salvamento.org
El Salvador C.A.

Anónimo dijo...

es un mensaje muy hermoso para todos nosotros para q vean q ser socorrista nah es un placer ni un regalo si no un privilegio.
atentamente FUNSAR. de bogota colombia.