21 de septiembre de 2009

Impuestos

Desde Acá…

 

Bajar impuestos

¿será la disyuntiva?

 

lic. chávez y pacho

 

A veces los ciudadanos como usted y yo, nos cuestionamos por que tenemos que pagar impuestos y quizá lo más complicado, en que proporción y en razón de que parámetro. Pues bien, en esta oportunidad iniciaremos diciendo que a los impuestos se les define, como la exacción que realiza el Estado sobre el patrimonio de los contribuyentes, con el fin de subvenir las necesidades públicas, a esta primera y muy simplista definición, habría que agregarle algunos comentarios, por ejemplo, en la actualidad el elemento de coacción es consubstancial a la noción de impuestos, por lo que resulta acertado afirmar, que el impuesto no puede establecerse, más que con el consentimiento del contribuyente, desafortunadamente no de manera directa de una voluntad individual.

Bajo este razonamiento, significa que solamente en un régimen representativo como es el caso de México, el impuesto no puede ser establecido de manera directa por el ejecutivo, sino que solo puede realizarse a través de la asamblea, o dicho de otro modo, de la legislatura correspondiente, por lo que resulta sumamente importante, que los Diputados electos hace apenas unos cuantos días, tengan por lo menos la capacidad, habilidad y conocimientos suficientes, para analizar y determinar lo procedente de la propuesta del paquete fiscal sometido a su consideración para aprobar lo conducente, sin menos cabo de las necesidades más sentidas de la comunidad.

Esto implica, que para el contribuyente individual como para cualquiera de nosotros, el pago del paquete de impuestos será obligatorio y además podrá ser exigido por la fuerza. Por consiguiente, el fundamento del impuesto no puede ser contractual, sino más bien residente de la soberanía del Estado, por lo tanto, no es una prima de seguro, ni el precio de los servicios prestados, sino una deuda social, cuyos deudores por supuesto, somos los ciudadanos comunes y corrientes. Así como la sutil razón de formar parte de la comunidad, cuya más alta expresión es precisamente el Estado.

Claro que en cualquier sistema económico existen muchos tipos de impuestos, como el global, cedular, regresivo, directos e indirectos, discriminatorios, personales, progresivos, proporcionales y no se cuantos mas, que en esta columna no habremos de considerar.

Sin embargo, y al margen de la rigurosa terminología económica, deseo lanzar como premisa fundamental, que en esta ocasión y por motivos que más adelante tratare de explicar, el régimen impositivo, o sea los impuestos, deberían de bajar. Sí, lo esta leyendo claramente, en mi opinión, creo que a estas alturas de las condiciones políticas y económicas que embaten a nuestro sistema, aunado el ambiente de desconfianza e incredulidad que se ha generado en el establecimiento de políticas públicas y de exacción de impuestos, considero que en este momento, es mucho más conveniente proponer bajar, que subir los impuestos, so pena de acrecentar una practica evasora, que en nada favorecería a la implementación del paquete fiscal.   

Aquí el análisis que resulta de lo atípico de la política que pretende establecer el ejecutivo federal en materia recaudadora para el 2010, el cual no considera la posibilidad de registrar un déficit presupuestal de más de dos o tres puntos porcentuales del PIB, ni tampoco endeudamiento, en un momento en que los efectos de la recesión mundial, aunadas a las empobrecidas condiciones sociales, así pareciesen indicarlo.

Por favor, señores que manejan las finanzas públicas de este país, atrévanse a romper viejos paradigmas, donde tradicionalmente y bajo el régimen republicano que opera en México, desde un principio se ha conferido al impuesto y al gasto público una estrecha relación, en donde el impuesto era determinado precisamente como contrapartida del gasto. En esas condiciones, el impuesto operaba exclusivamente como el sistema de recaudar los fondos necesarios, para cubrir los gastos del Estado, y no más.

Por desgracia como ocurre con los manejos discrecionales de los recursos públicos, con el tiempo el formato de aplicar la política fiscal se fue degenerando, hasta llegar a la increíble revoltura que hoy tenemos, un verdadero síndrome de adicción a querer buscar a costa de lo que sea, la recaudación de recursos que el Estado considera esenciales para la sobre vivencia institucional, sin importar las condiciones reales por las que atraviesa la economía mexicana.

No obstante lo anterior, nos preguntamos, ¿que le podría suceder a la maltrecha economía mexicana con la baja de impuestos?, aunque le parezca increíble, se da la posibilidad de mejorar en todos los sentidos. Pues bien, esto podría significar la mejor opción de incentivar a nuestra economía, al crear un verdadero circulo virtuoso de riqueza, ya que con la baja de impuestos, se le otorgaría al consumidor una mayor capacidad de demanda real, que a su vez impulsaría la producción de todos los bienes y servicios, o sea, el crecimiento de la economía medida en términos del PIB.

Por otro lado, sería una extraordinaria invitación a la inversión extranjera y por supuesto nacional, que sin duda acrecentaría la economía formal y por ende la base participante, acciones que de inmediato se traducirían en generación de empleo y por lo tanto, en creación de riqueza, que de nueva cuenta impulsaría tanto a la oferta como a la demanda domestica e internacional, mejorando con ello las condiciones de comercialización y por consecuencia la captación de divisas, que de igual modo, inmersas en el circulo virtuoso de la riqueza, impulsen una mejor balanza comercial, así como establecer una verdadera estrategia de desarrollo económico, que con toda justicia y sin menoscabo alguno, reclama la sociedad mexicana.

No le tengamos miedo a los cambios trascendentales que hoy requiere nuestra economía. Si el principal enemigo a vencer es precisamente la desconfianza, el desempleo y la necesidad de crear riqueza. Señores legisladores, por favor no echen en saco roto la propuesta que aquí les estamos planteando como una alternativa paradigmática, que podría impulsar y no castigar más, al muy abatido causante tradicional.

Como la ve, ya sabe que su opinión es la mejor…

 

 

 

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