25 de febrero de 2012

La sabiduría de Dios y el bienestar del hombre.


Por: Antonieta B. de De Hoyos

Siempre he confiado en la inteligencia y creatividad del hombre, pero tengo mucho más fe en la sabiduría de Dios. Por eso pienso que si los poderosos en su ambición desmedida, están destruyendo el planeta, el resto de la humanidad, apoyada en la inteligencia divina podemos reconstruirlo.

Hace cinco años que existe “Educambiente”, una Asociación Civil, que sin afán de lucro comparte toda información actualizada, positiva o negativa, referente al medio ambiente.

Desde un principio sabíamos que esta tarea era un gran reto y una enorme responsabilidad, que sufriríamos los embates emocionales provocados por los sucesos que debíamos de narrar. Que seriamos testigos de los desastres ecológicos y ambientalistas que acontecieran alrededor del mundo, que viviríamos la impotencia de no poder controlarlos, ni solucionarlos. Pero de todas formas iniciamos la labor; nuestro fin es y será sembrar en el los corazón de todos, el deseo de cambiar conductas; grabar en su memoria frases de aliento; dar a conocer los resultados del esfuerzo de muchos, y contrarrestar la apatía e indiferencia de las mayorías.

Dios sabe por qué hace las cosas, el por qué nos inclinamos hacia ésta tarea difícil pero a la vez reconfortante, ya que gracias a este contacto directo con el acontecer en la naturaleza, hemos podido constatar la presencia maravillosa de miles de milagros. Resulta sobrenatural que nos enteremos de un daño ecológico en algún lugar del planeta y que, casi de inmediato en otro lugar lejano se descubre algo que puede aminorarlo. Por ejemplo: la lucha que se sostiene desde hace varios años a nivel mundial, para disminuir la contaminación por CO2 en la atmósfera, daño provocado por la industrialización del primer mundo. Ahora como milagro divino aparece el inventor de las lámparas de fotos celdas que se cargan con energía solar. Esta innovación ha revolucionado la cotidianidad en las ciudades y en el campo en general, pero resultó enormemente trascendente en la vida y la salud de los países pobres del continente Africano, incluyendo a la India, lugares donde hoy reemplazan sus lámparas de queroseno por lámparas solares LED. Organizaciones buscan abastecer con energía renovable a estas paupérrimas aldeas, incrementando así el desarrollo de 600 millones de personas.

En Kenia, cada día mueren más mujeres por enfermedades relacionadas con el humo del queroseno que con la malaria o tuberculosis según datos estadísticos, el punto más importante es que una quinta parte de la población mundial aun no cuenta con electricidad. Por las noches utilizan Keroseno y otros combustibles altamente tóxicos. El  fundador del proyecto Lúmina, Evan Mills, afirma que un nuevo mercado se ha abierto al mundo en vías de desarrollo, gente dispuesta a colaborar en la recuperación ambiental del planeta.


Mientras nosotros en “Educambiente”, seguimos pensando que Dios en su misericordia, continúa dándonos la oportunidad de perdurar.

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