19 de febrero de 2012

La meditación genera salud física, mental y espiritual.


Por: Antonieta B. de De Hoyos

Últimamente han llegado a mis manos, varios libros muy interesantes que hablan sobre el gran poder de la meditación, al grado de provocar en mi la necesidad de empezar a practicarla en la privacidad de mi hogar.

Dicen que la gente que medita disminuye su ansiedad, su riesgo de perder la calma y se controla mejor frente a situaciones adversas inesperadas. Que ayuda a conservar un bajo nivel de cortisol, esteroide responsable del estrés, y que además produce hormonas favorables para la relajación como la melatonina, lo que permite regular el ciclo del sueño y llegar a un mejor bien estar.

Hoy en día la mayoría de los problemas de salud están asociados con la ansiedad y con el miedo, sensaciones que provocan enfermedades cardíacas y derrames cerebrales. Meditar ayuda a disminuir la presión arterial, mejora la digestión, es un arma potente contra el dolor, sobre todo aquel que se presenta en enfermos crónicos o terminales.

También se ha comprobado que con la meditación se reducen las lesiones de la piel como la psoriasis, al mejorar y fortalecer el funcionamiento del sistema inmunitario del organismo en general. Con la práctica diaria de la meditación, desaparecen las malas emociones como el odio, la amargura, el pesar y la frustración, convirtiéndolas en amor, compasión y bondad.

Además la meditación despierta en la persona, inesperadas capacidades que le facilitan el camino hacia la felicidad y hacia  una vida mejor.

 La continua práctica de la meditación, trae paz y tranquilidad mental, una paz que perciben los que nos rodean y que genera relaciones personales más humanas.

Si comprendiéramos la importancia de practicar la meditación, nuestra sociedad sería otra,  sería un lugar de grata convivencia, un espacio mucho más  agradable para todos, ya que la buena voluntad prevalecería entre todas la personas, como un efecto en cadena.

Cuando se alcanzan los niveles profundos de la meditación, es cuando se comienza a experimentar una absoluta paz, una experiencia religiosa que nace del corazón y fortalece el alma.

El próximo 22 al celebrarse el Miércoles de Ceniza dará inicio la cuaresma. Ojalá que todos los cristianos pudiéramos iniciarnos en la práctica de la meditación diaria; tan solo diez minutos por la mañana y diez por la noche. Buscar un lugar cómodo, silencioso, cerrar los ojos, respirar profundo, sin pensar en nada. Dejar que Dios nos hable y escucharle. Tenemos cuarenta días para formar este benéfico hábito, que seguramente nos conducirá a vivir con mayor tranquilidad, lo que resta de este año.

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