23 de diciembre de 2011

Quiero la esencia, porque mi alma hoy tiene prisa.


Por: Antonieta B. de De Hoyos

Esta frase la tomé como título, porque a pesar de que hace ya casi una década que la leí, continua grabada en mi memoria, y ahora con el ambiente nostálgico que nos invade  por la navidad, me pareció bueno recordarla. El poder de estas ocho palabras es extraordinario, al grado de producir  fuertes cambios en la conducta de las personas, como me sucedió a mí.

En esta ocasión la reflexión va dirigida a las personas adultas, a todas aquellas que deseamos avanzar en el camino de la madurez; dicho en otras palabras, cuando nos decidimos a buscar la esencia de la vida, cuando empezamos a darnos cuenta de que en las cosas más simples, en las menos complicadas está la felicidad.

Es en ese momento, en ese “clic” que hace nuestra  mente y nuestro corazón, que dejamos de asistir a reuniones donde solo se habla de superficialidades, cuando nos vamos alejando de los envidiosos, de los que desacreditan a los exitosos, de todos aquellos  que se apropian de lugares que no les corresponden, que no tienen talento para desempeñar el puesto que ocupan y que jamás obtienen grandes logros honestos.

Algo sucede en nuestro interior, que ya no nos permite relacionarnos con cualquiera con el único propósito de quedar bien con los demás; es dejar de mentir por conseguir una comodidad fugaz, ya sea por miedo al dolor que trae consigo la soledad o, a tener que comenzar de nuevo.

Cuando repetí la frase: “quiero la esencia porque hoy mi alma tiene prisa”, se me clavó en el corazón, y fue en una temporada navideña como ésta, precisamente cuando mi espíritu sobrepasa a la materia, que ya no pude ser la misma. Desde ese instante me prometí no tolerar caprichos de personas mayores inmaduras, empecé a buscar la  esencia de las cosas y de las personas, porque me di cuenta de que mi alma tenía prisa y mi corazón estaba ansioso, ávido de convivir con gente más humana, muy humana. A partir de aquel momento busqué personas que supieran reír de sus errores, que no se envanecieran con sus triunfos, que no se consideraran superiores ni elegidas, que no huyeran de sus responsabilidades, que defendieran con firmeza la dignidad de los desposeídos  y la excelsitud de la naturaleza. 

Ahora quiero caminar junto a personas de verdad, quiero disfrutar de su afecto sin prisas, ya no quiero perder el tiempo. Lo esencial, lo sencillo es lo que  vale la pena vivir. Hoy quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de su prójimo, que cante, que baile, gente que aprenda de las lecciones de la vida, que sienta dentro de su alma las caricias divinas y que crea en el amor.

A partir de aquel día dejé de pensar en el pasado y de obsesionarme por el futuro, me prometí vivir el presente que es donde la vida acontece y donde se encuentra Dios, mi meta será  llegar a la final satisfecha, con plenitud y paz…,  ¡Feliz Nochebuena y venturosa navidad!

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