8 de octubre de 2011

¿Por qué, ellos?


Por: Antonieta B. de De Hoyos

Era sábado, día en que las mujeres acostumbramos hacer la limpieza de la casa con  mayor esmero y estaba en eso precisamente, cuando divisé en el patio a mi nieto más pequeño. Me llamó la atención su peculiar atuendo, era la imagen de todo un señor vaquero; jeans, camiseta roja, paliacate y un sombrero de paja en color verde oscuro. En sus manos traía una enorme pistola de agua, con la que apuntaba  -y acertaba- al  cuerpo de nuestro querido perro guardián, un hermoso bóxer blanco con manchas negras.


Lo interesante es que a pesar de los años vividos, continúa asombrándome la inteligencia, la sensibilidad y la espontaneidad de los niños. Experiencia que disfruté primero como educadora, después como madre y que aun gozo en la actualidad ya convertida en abuela.

De verdad que son increíbles los niños, tienen respuestas acertadas y preguntas desconcertantes, una esplendorosa imaginación y una creatividad inagotable; pueden hacer de una piedra un monstruo y de un pedazo de madera una persona y entablar un diálogo entre ellos.
Si los adultos nos diéramos el tiempo de observar y convivir con los niños, seguro que nuestra sociedad tendría una calidad de vida superior, ellos son justos, responsables, alegres, amorosos, lástima que cuando crecen se vuelven un espejo de nosotros.

Pero volviendo a la realidad, recordé que Héctor Iván, había sido invitado para ese día pero por la tarde, a una fiesta infantil en un ranchito cercano, lo curioso es que la cita era a las cuatro y apenas eran las diez de la mañana.

 ¡Trajinó todo el día! Se cubrió media cara con su pañuelo y se montó en su bicicleta simulando que era un caballo. No quiso comer, la emoción era su alimento. Para las tres de la tarde se  recostó en la alfombra, estaba cansado y comenzó a dormitar. En eso llegó su madre, lo despabiló y le sugirió que se lavará los dientes y se peinara pues muy pronto saldrían rumbo a la fiesta.

Yo me quedé en silencio y pensé… ¿Por qué, ellos?, ¿Por qué los ignoramos? ¿Por qué  no los defendemos de la perversidad? ¿Por qué dejamos que sean abusados? ¿Por qué los golpeamos? ¿Por qué impedimos que nazcan? ¿Por qué coartamos su mundo mágico de ilusiones? ¿Por qué les dejamos huérfanos? ¿Por qué los insertamos en la maldad que les asfixia? Oremos por los niños sin importar de quien sean, luchemos con uñas y dientes por conservarles felices, sanos de cuerpo y  alma, porque de esta tarea si tendremos que rendir cuentas al Creador. 

1 comentario:

Pily dijo...

Buenos días, he escrito algo muy sencillo en mi blog y los he enlazado con el tema, quizá pueda interesarles un poco.
Si tienen correcciones a mi entrada con gusto háganlo saber y corregiré.
Agradecida por su espacio.
PILY