25 de marzo de 2011

Al Fin Lo Comprendí...


Por: Antonieta B. de De Hoyos

Cada vez que leía la frase o escuchaba el canto que decía: “Busca primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura”, pensaba en el reino de los cielos, en la gloria eterna, e imaginaba que por mis buenas obras al final de mi vida alcanzaría dicho privilegio. Fue hasta la semana pasada, cuando me ofrecí gustosa a trasmitir por la radio los ejercicios cuaresmales, que me puse a leer, a estudiar con atención el primero de estos, que llevaba como tema precisamente el Reino de Dios. Debía comunicar el mensaje de la manera más sencilla pero más efectiva, por eso cuestioné a todo aquel que consideré docto en esta materia, investigué por internet y leí varios libros al respecto. Era necesario convencer al auditorio y a mí misma de la importancia de buscar primero el Reino de Dios, antes que cualquier cosa terrena.

La falta de amor y de servicio al prójimo y la indiferencia hacia las virtudes humanas y teologales, nos ha condenado a vivir en un mundo lleno de inseguridades. Es verdad que la primera preocupación del hombre en general, es la búsqueda ansiosa de lo necesario para su existencia, pero también es cierto que cuando todo su ser está orientado hacia Dios, Él le da todo aquello de lo cual tiene necesidad, día por día.

Cuando el adulto se esfuerza por cultivar las virtudes humanas, su corazón ya está muy cerca de Cristo, es el momento en el que percibe con claridad el valor profundo de las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad. Las virtudes humanas son el fundamento de las sobrenaturales y nos empujan a actuar con honradez. Pero no basta la aspiración de poseer esas virtudes, es preciso aprender a practicarlas. Hay que aprender a hacer el bien desde la niñez en el diario vivir, actuando con sinceridad, veracidad, justicia, serenidad y paciencia.

El Reino de Dios, es proclamado primero a los pobres, no porque ellos sean mejores, sino porque la fuerza divina se manifiesta mejor en la flaqueza humana, en la adversidad. El Reino de Dios, es Dios mismo; es el mismo Jesús con sus virtudes, cualidades, poder, amor, libertad, su todo, que desea reinar en nuestro corazón. Cuando se invita a buscar primero el Reino de Dios y su justicia, no se exhorta a la pasividad por las cosas terrenas, ni a una conducta irresponsable en el trabajo. Lo que Jesús quiere es cambiar nuestra preocupación en ocupación, es quitarnos la ansiedad, el miedo, la inquietud. El “sentido de primero “ es “por encima de todo” busca el Reino de Dios, la paz de Dios, la justicia de Dios, la bendición de Dios; sin excluir las ocupaciones del cristiano en las necesidades de su vida.

Esta cuaresma hagamos un propósito: incluir en el trabajo diario la enseñanza y práctica de las virtudes: obediencia, paciencia, sinceridad, pudor, orden, respeto, lealtad, sencillez, generosidad, perseverancia, honradez, prudencia, justicia, fortaleza, templanza…, es la única forma de que el Reino de Dios perdure en los corazones. Esforcémonos por ser hombres y mujeres de bien, que esas virtudes engarzadas en la vida de gracia, se conviertan en la mejor ayuda para los que como nosotros, trabajamos en el mundo por la paz y la felicidad de todos.

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