18 de septiembre de 2010

Traición, Juicio y Ejecución...


Desde Acá…

La Traición, El Juicio y La Ejecución

Del Padre de la Patria

lic. chávez y pacho


La historia cuenta que el seis de marzo de 1811, en la ciudad de Saltillo, Don Miguel Hidalgo presenta su renuncia irrevocable al cargo de “Generalísimo” del movimiento, misma que le fue aceptada por una asamblea de jefes militares, nombrando en su lugar a Don Ignacio Allende y como Capitán General de las Armas Americanas a Don Mariano Jiménez.

Así comenzó la tragedia que culmino con la traición de que fueron objeto los lideres del movimiento, esto sucedió en la ya celebre Acatita de Bajan, lugar muy cercano a la población de Castaños en el Estado de Coahuila, donde el 21 de marzo de 1811, son emboscados, capturados y algunos efectivos asesinados por los traidores, Ignacio Elizondo, Tomas Flores, José Miguel Sánchez Navarro, Ramón Días de Bustamante, Miguel Salcedo y Simón de Herrera entro otros muchos cobardes.

En la captura se calculó que iban aproximadamente mil trescientos efectivos, de los cuales murieron en el encuentro poco más de cien y el resto fue llevado a Monclava y Durango. Solo los jefes militares encabezados por el Cura Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez, fueron tomados como prisioneros, llevados en primera instancia a Monclava, para posteriormente ser enviados a Chihuahua, lugar en el fueron juzgados y ejecutados.

Digno de comentar resulta, que los insurgentes acordaron el 16 de Marzo, dejar en Saltillo a Don Ignacio López Rayón con 2,500 hombres y 22 cañones, mientras que los principales caudillo se aprestaban a salir hacia Estados Unidos. Sin embargo, sucede un hecho notable, cuando Don José de la Cruz, comandante General de la Nueva Galicia a nombre del Virrey, envió a los caudillos un ofrecimiento para que Don Miguel Hidalgo, a cambio de abandonar las armas recibiría un indulto a lo cual, el Cura respondió. “El indulto es para los criminales y no para los defensores de la Patria”, que le parece, de que tamaño estaba hecho el Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo.

Luego de un tortuoso trayecto de casi un mes de camino bajo el abrumador calor y radiante sol, llegó a Chihuahua para ser sometido a un brutal, injusto y denigrante proceso militar y eclesiástico, que tuvo que soportar por casi tres meses antes de su ejecución. En este sentido El tribunal de la Inquisición tenia abierto un proceso contra Hidalgo, en el que se le acusaba de 53 cargos, entre los cuales se destacaba el de ser hereje, apóstata, libertino y calvinista.

Durante el juicio y previo a la ejecución, el 29 de julio se procedió a la degradación con todas las ceremonias determinadas por el Pontificial Romano, en el que incluso el juez Fernández Valentín, con un cuchillo le raspo las palmas de sus manos y las yemas de los dedos diciéndole. Te arrancamos potestad de sacrificar, consagrar y bendecir, que recibiste con la unción. Acto seguido, fue despojado de cada uno de los ornamentos sacerdotales, se le corto el pelo hasta no dejar huella alguna de la corona, oportunidad en que le hicieron saber. Te arrojamos de la suerte del señor, por considerarte hijo ingrato y borraremos de tu cabeza la corona, signo real del sacerdote a causa de la maldad de tu conducta, para que de rodillas ante el Juez Abella, éste leyera la sentencia condenatoria a muerte.

Al amanecer del 30 de Julio, fecha programada para la ejecución, se presentó el Padre Juan José Baca, quien lo confesó y dio la absolución cristiana, así se llegó la hora de marchar al paredón, edificio resguardado por más de mil soldados que llenaban la Plaza de San Felipe. En el interior lo esperaba un pelotón de doce soldados encargados del fusilamiento, bajo las ordenes de Pedro Armendáriz. Hidalgo beso el banquillo colocado cerca de la pared y después de un altercado por negarse a estar de espaldas, se le permitió sentarse de frente, para lo cual, entregó a un sacerdote el breviario y crucifijo que llevaba. De esta forma, le ataron las piernas a la silla y le vendaron los ojos, se coloco la mano en el pecho y formados los soldados frente a el de cuatro en fondo, le dispararon tres descargas, con las que acabaron con la vida de este insigne personaje.

Finalmente, una vez desatado el cadáver fue colocado en una silla para expectación pública, al anochecer se introdujo al edificio donde le fue cortada la cabeza, la cual fue colocada en un saco con sal, para posteriormente ser exhibida junto con las de Allende, Aldama y Jiménez, en la Alhóndiga de Granaditas en la ciudad de Guanajuato, donde permanecieron hasta la consumación de la Independencia en 1821.

La historia dramática, pero escrita con el corazón y letras de oro de los que sentimos una plena identificación con la mexicanidad, nos recuerda los terribles sacrificios a que fueron sometidos estos grandes próceres de la independencia, valió la pena para ofrecer a este país libertad, hegemonía, fortaleza y coraje para construir la nación que hoy queremos.

¡¡¡Viva México!!! ¡¡¡Viva México!!! y que ¡¡¡Viva México!!!




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