5 de septiembre de 2010

Gracias, ¡Muchas Gracias!


Por Antonieta B. de De Hoyos.

..Sentir que es un soplo la vida,
que 20 años no es nada
que febril la mirada
errante en la sombras…

Corría el año de 1990, para mayor precisión el mes de julio, cuando se publicó mi primer artículo, el cual titulé “Diálogo con un árbol”. Como primer intento, creo que aunque fue largo y fantasioso, me abrió las puertas de la redacción. Quien iba a pensar que a la vuelta del milenio, no solo expresaría mi amor hacia la naturaleza por medio de la palabra escrita, sino que me convertiría en la entusiasta presidenta de un grupo ambientalista.

En aquella época yo pertenecía a la Asociación de Superación Personal A.C. ANSPAC, donde me desempeñaba como coordinadora en el área de promoción y difusión, motivo por el que comencé a relacionarme con los medios locales tales como; la radio, la televisión y la prensa. Ese fue el conducto por el que llegué hasta las oficinas privadas del Sr. Don Francisco Juaristi Septién, Director General del periódico Zócalo Piedras Negras.

Recuerdo perfectamente mi nerviosismo, al solicitar su permiso para que mis artículos aparecieran los domingos en la sección de Sociales, avalados por supuesto con el logotipo de la asociación que representaba. Don Francisco sin inmutarse, accedió a la petición, no sin antes advertirme que me daba pocos meses de vida en esta ardua tarea de escribir semanalmente.

Años más tarde en 1997, cuando tuve la osadía de pensar en escribir de manera independiente, acudí de nueva cuenta a sus oficinas, pero ahora por iniciativa propia, era imprescindible para mí en esos cruciales momentos su invaluable ayuda. Para mi beneplácito, no solo aceptó con agrado mi petición, sino que además me felicitó por mi estilo y constancia al escribir, dejándome claro que siempre contaría con un espacio en su rotativo y aunque no puedo presumir de remuneración alguna, si me enorgullezco de gozar durante estos veinte largos y maravillosos años de su bonhomía, al permitir sin interrupción, la publicación de mis cartas epistolares y con eso, hacerme sentir parte activa de su prestigiosa empresa.
Escribir es algo que me apasiona, habilidad que seguramente jamás hubiera descubierto de no haber encontrado este peculiar y desinteresado apoyo.

Inicié este artículo con un fragmento de la canción “Volver” del argentino Carlos Gardel, cantante de tango, porque verdaderamente en el espacio de la vida, “veinte años no son nada”, no se siente su paso cuando lo que realizas te llena de satisfacción. Han sido dos décadas intentando deleitar a los lectores, instruyéndome, actualizándome, comprometiéndome con Dios, con mis semejantes, solidarizándome en tiempos difíciles a través de la escritura.

No quise dejar pasar esta fecha, sin agradecer a todos los que de una u otra manera me allanaron el difícil trabajo de la escritura. En especial mi eterno agradecimiento a mi hermano el Licenciado Eduardo L. Barrientos por tener la paciencia de corregir, orientar y hasta felicitar, cuando alguno de mis escritos ha valido la pena. Espero de todo corazón no haber ofendido, ni inducido a nadie hacia lo incorrecto. Sé que de hoy en adelante la cuenta será lenta, de uno en uno, pero tengo la seguridad de que cada año vivido, siempre será el mejor.

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