7 de julio de 2010

Blanco y Negro


Colaboracion: Rosaura Barahona

El verdadero carácter de una persona o de un pueblo se refleja en las situaciones extremas. Los convencionalismos sociales de lo cotidiano nos permiten ocultar muchas cosas, disfrazar algunas y ufanarnos de otras, pero cuando algo interno o externo los pulveriza surgen fuerzas y virtudes personales o colectivas insospechadas, así como debilidades y defectos.

Por eso quienes han vivido una guerra, dictadura o revolución son seres distintos a quienes no lo han vivido. Los primeros saben que todo se puede perder: los derechos elementales, las pertenencias, la familia, los amigos e, incluso, la vida. Nadie sobrevive impunemente a experiencias de esa índole y por más que se regularice su vida, la huella de lo sufrido será indeleble.

Sin embargo, también nos marcan las catástrofes naturales: los terremotos, los tsunamis, los aludes, los desgajamientos de cerros, la sequía, las inundaciones o los huracanes. "Alex" nos lo acaba de recordar.

Esas experiencias dejan tristeza, pérdidas humanas y materiales, además de aprendizajes valiosos. Por desgracia, también descubren la parte más oscura de los seres que renuncian a su humanidad para volverse insaciables y egoístas.

"Alex" nos dejó cosas en blanco y negro. Permítame darle algunos ejemplos. Dentro de lo blanco aprendimos: El funcionamiento de la Presa Rompepicos evitó una catástrofe mayor.

Lo valioso del afecto mostrado por quienes se preocupan por nosotros y nos ofrecen su ayuda.

Hay una enorme generosidad en quienes comparten lo poco o mucho que poseen con los más afectados.

La importancia de los medios al informar sobre qué, cuándo y dónde sucede algo, así como las entrevistas oportunas con funcionarios públicos que nos explican de primera mano consecuencias y medidas a tomar.

El Gobernador estuvo presente todo el tiempo; recorrió muchos sitios y junto con otras autoridades nos presentó los daños y tomó medidas.

La admirable rapidez con la que actuaron muchas brigadas de limpieza, de la Comisión Federal de Electricidad, de Agua y Drenaje y de otros organismos.

La invaluable labor de los bomberos, de la Cruz Roja, de la Cruz Verde y de los voluntarios que, literalmente, arriesgan su vida para salvar a otros, así como del Ejército, la Marina y de algunos de sus altos mandos.

La falta de luz, agua, gas, teléfonos y medios de transporte pulverizó nuestra cacaraqueada presunción de civilización del Primer Mundo.

Desapareció el sentido de omnipotencia que a veces nos da el disponer de recursos y de tecnología, inútiles ante el primer estornudo de la Naturaleza.

Podemos ser mejores personas al ejercitar actitudes positivas como la tolerancia, la comprensión, la solidaridad y la paciencia. Sin avenidas de alta velocidad, cruzaremos la ciudad por calles con semáforos. Las filas serán considerables. Pitar y maldecir no las agilizará. Llévese un audio-libro o disfrute su música predilecta y cuente hasta 10 las veces necesarias.

Aprendimos a tomar más tiempo para ir de un sitio a otro.

Debemos organizarnos para viajar en grupos y por turnos para disminuir el número de autos que van al mismo lado.

Entre lo negro está: La voracidad incalificable de los mercaderes que llegaron a vender los garrafones de agua en 500 pesos so pretexto de la oferta y la demanda.

La rapiña acostumbrada.

La estupidez de quienes, en contra de todas las advertencias, piensan "No es para tanto" y "No me pasará nada" y se meten a las calles inundadas sólo para ser rescatados; o los que se paran en los puentes a tomar fotos del río y se pasean por las avenidas destruidas.

El aumento de los eternos damnificados de nuestros cinturones de miseria. Y su testarudez al negarse a ser evacuados.

Pero, sobre todo, la corrupción de autoridades, fraccionadores y constructores que: 1) ceden el lecho del Río a particulares para negocios privados cuando originalmente eran canchas de tierra para los jóvenes de las colonias proletarias; 2) construyen en zonas restringidas y de alto riesgo; 3) se lavan las manos; 4) volverán a hacer lo mismo.

Usted tiene su propia lista, pero la pregunta final es la misma: ¿aprendimos la lección o, como tontos, repetiremos los errores con tal de enriquecernos?

rosaurabster@gmail.com
Fuente: El Norte

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