6 de junio de 2010

Se Dice Fácil...

Por: Antonieta B. de De Hoyos

Leyendo algunos artículos de Leonardo Boff, (teólogo brasileño, autor de la Teoría de la Liberación) no pude evitar que uno de ellos lograra conmover mi corazón y despertar mi aletargada conciencia. En éste, Leonardo, sostiene que lo acontecido en Haití es solo el principio de la cadena de catástrofes que se esperan como consecuencia del cambio climático y estructural de la Tierra, y que para superar tan terrible adversidad deberemos ejercitar al máximo dos virtudes: la hospitalidad y la solidaridad.

La gente en su mayoría sabe que la hospitalidad es un derecho y un deber de todos, pues todos somos hijos de la misma Tierra y tenemos derecho a circular por ella, así como recibir y ofrecer hospitalidad.

En el mapamundi, es notoria la mancha migratoria que en su constante movimiento va dejando su huella. Son millones de personas las que alrededor del mundo se ven obligadas cada día a abandonar sus hogares, todo por causa del cambio climático que ha súper- calentado su región dejándoles sin agua y sin cosechas.

El instinto de supervivencia no respeta límites de los estados-naciones, ni reconoce primer y tercer mundo. Los bárbaros de antaño derribaron imperios y los bárbaros de hoy, harán lo mismo; a menos que manos prepotentes les asesinen hasta exterminarlos, ¿los medios? : sida, gripe aviar, influenza porcina, ántrax, etc. Esa anunciada guerra bacteriológica ha llegado.

La solidaridad forma parte de la esencia social del ser humano, una sociedad no existe sin la solidaridad de unos hacia otros. Es preciso encontrar el bien común. El pensar que cada uno debe hacer lo suyo sin necesidad de otros; en este tercer milenio esta fuera de contexto.

El individualismo es falso e ilusorio. Todos los seres somos solidarios, cada uno ayuda al otro a sobrevivir. Es la solidaridad, la que nos conduce a poner atención especial en los más vulnerables. Sin la solidaridad de todos con todos y con la Madre Tierra no habrá futuro posible para nadie.

La desgracia de un pueblo es nuestras desgracia, el sufrimiento de unos, es nuestro sufrimiento. Sus avances nuestros avances, sus sueños nuestros sueños.

Desafortunadamente el estilo de vida actual, nos ha llevado a olvidarnos de ejercitar estas dos maravillosas virtudes: hospitalidad y solidaridad. Primero en la familia y después en la comunidad. Pero gracias a Dios nunca es tarde para empezar, aun es tiempo de inculcarlas y practicarlas, dejemos de lado la ambición desmedida y la competición que divide y destruye, retomemos la caridad y la cooperación que suma e incluye.

Hoy ya no bastan remiendos, la clave es recomenzar, encontrar una forma diferente de habitar la Tierra, produciendo mas y consumiendo menos, pero sin añoranza ni encono, con un corazón entusiasta y compasivo.

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