15 de noviembre de 2009

Mujeres de 1910, deben ser reconocidas en 2010.



Por: Antonieta B. de De Hoyos


Para elaborar un programa de radio debo investigar a fondo el tema, por eso fue, que me enteré de la conducta ejemplar de miles de mujeres mexicanas que enfrentaron el tiempo caótico de la Revolución Mexicana, suceso histórico próximo a celebrar su primer centenario, que a mi humilde parecer se ha magnificado. Mientras realizaba esta investigación, conocí la historia o el mito (¿) de la Adelita, la Valentina, la Rielera y muchas más que antepusieron a su comodidad y seguridad a los ideales revolucionario, pues en condiciones paupérrimas: cocinaban, lavaban, alimentaban y amaban con intensidad en la intimidad a su hombre.


Pero también conocí la trayectoria de Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, de Dolores Jiménez y Muro, Carmen Serdán, María Arias Bernal, alias “María pistolas”, María Hernández Zarco y María Talavera, entre otras. Mujeres que lucharon hasta la muerte por cambiar el rumbo de México aprovechando su conocimiento universitario, su refinada educación, su nivel socio- económico que sobrepasaba la media, el privilegio de gozar de relaciones personales con hombres pudientes, tanto en el gobierno como en la iniciativa privada. .


Todas ellas mujeres cultas; quizás pocas maestras pero si muchas periodistas, escritoras y poetas, que imprimían en ese material la inconformidad colectiva, además de dar a conocer la doble moral que imperaba en la vida privada de altos funcionarios. Nada las detenía y con mayor furia atacaban, cuando se trataba de defender los derechos humanos de los débiles: niños, mujeres, ancianos y pobres. Fueron increíblemente valientes, tenaces, emprendedoras, arriesgadas. Unas colaboraron en periódicos, otras fueron dueñas de ellos y de revistas, que pronto tomaron fama por lo atinado de sus críticas y la veracidad de sus comentarios, todos apoyados en documentos que acreditaban las triquiñuelas. Por ello fueron amenazadas, perseguidas y asesinadas cobardemente por varones que en turno, hacían uso del poder. Cuando vi sus fotografías exclamé admirada de la belleza y feminidad que poseían, cualidades reconocidas también, en muchas soldaderas como la Adelita que según cuenta la leyenda, provenía de familia adinerada.


Nuestras mujeres de la revolución de 1910, legaron a la posteridad un testimonio femenino excepcional; vivieron lo valioso de poseer un carácter firme, de luchar a pesar de todo por ideales, el avivar el amor a la patria, la solidaridad con los más pobres y abusados de sus derechos humanos, pero por encima de todo su infinita fe en Dios y la Virgen de Guadalupe. Muchas murieron en la madurez de su vida, las otras continuaron trabajando hasta el final por el bienestar de su país y de sus compatriotas.


Gran compromiso tiene la mujer de hoy a cien años de esa memorable y femenina hazaña, por eso creo que para celebrar de corazón, debemos recordarlas en todos los ámbitos, hacer un recuento de sus logros y de lo que dejaron pendiente y en su memoria, darle continuidad nosotras.

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