29 de octubre de 2009

German Dehesa


Colaboración especial de: German Dehesa

A partir del dia de hoy tenemos la autorización de nuestro amigo German Dehesa, el periodista, escritor y conferencista mas reconocido de nuestro Mexico lindo y querido, para publicar en nuestra pagina sus articulos. Es un honor contar con la confianza que me dispensa German para compartir sus pensamientos en nuestro blog y esperamos que quien nos lea, disfrute como nosotros cada una de sus letras.

Estimado Javier; (me escribe German) “Ya que me informas que el incluir mi artículo en su blog es sin fines de lucro, te diré que me siento muy honrado por la distinción y que claro que pueden hacerlo….”

Para agradecerle a German su gentileza, no duden en escribirle al correo que al final de sus articulos nos indica.

Iniciamos pues con uno de sus ultimos articulos que me parece muy interesante compartir con ustedes.

Nuestros hijos

¿Es éste el mundo que van a heredar nuestros hijos? Hacer esta pregunta con voz de prócer y con la mirada fija en ese punto donde nosotros suponemos que está el futuro solía ser tarea masculina porque las mujeres no hablaban en voz alta. Esto ocurría en la época de oro que, ¡ojo, señores!, terminó hace ya varias décadas. Muchos machines, por estar viendo el América-Chivas y babosadas similares, ni siquiera se han enterado de que ya perdimos por goleada y que ahora el elemento activo, propositivo y con derecho a voz es el femenino, mientras que a nosotros nos tocan tareas francamente menores y de escaso momento en la cotidiana marcha de la historia. Así pues, son ahora las mujeres las que levantan la voz en la asamblea familiar y después de zumbarse tres Jimadores al hilo (¡gaviotaaa!) hacen la retórica pregunta: ¿éste es el mundo que heredarán nuestros hijos? La respuesta, si algún intrépido hombre se atreviera a darla, sería: pues sí, señora, ¿ni modo que hereden Mundo E, o un lotecito en Saturno?.

Otro punto: no sé si ustedes habrán reparado en el hecho cotidianamente comprobable de que este enternecedor asunto de "nuestros hijos" es un exquisito nutrimento para la demagógica retórica de nuestros políticos. Yo todavía no conozco a ninguno que sea capaz de resistir la tentación de nombrar a nuestros caperuzos como herederos legítimos de esos planes que, para nuestro horror y estupefacción, cruzan por la casi despoblada mente de nuestros "líderes sociales". La estructura del discurso suele ser ésta: como primer punto, el político nos anuncia que entre él y sus "asesores" han ideado y pretenden aplicar un vasto proyecto de "recuperación" (jamás nos aclaran que si estamos en "recuperación" es porque estuvimos a punto de morirnos en calidad de víctimas y damnificados del último gran proyecto de los mismos políticos. A modo de ilustración vean las públicas aflicciones de Manlio Fabio porque el actual partido en el gobierno no ha podido levantar el tiradero que elaboraron Manlio Fabio y sus secuaces a lo largo de 70 años. ¡Qué barbaridad!, casi no han arreglado nada, se lamenta el primo de Capulina). El nuevo proyecto de "recuperación" no va a ser, nos dice el iluminado en turno, de fácil aplicación, ni que fuera Iodex, nada de eso, sino que requerirá de nuestra capacidad de austeridad y de sacrificio, pues vendrá acompañado de un alza en los impuestos dolorosa, pero necesaria para poder enfrentar los gastos de una guerra frontal contra la pobreza, que no es el único, pero sí uno de los más importantes objetivos del nuevo proyecto. Esto último es uno de los golpes retóricos más eficaces de la pringosa oratoria política mexicana: siempre salen los pobres al baile y además, para acabarlos de fregar, les dicen "los humildes". Como dice mi amiga La Poblanita: además de estar jodidos quieren que sean humildes, ¡pues no! Una vez que el orador logra convencernos de que lo mejor es que nos vaya peor, proceden, a modo de gran final, a explicarnos que a nosotros nos va a ir de la fregada, pero que en cambio nuestros hijos vivirán en una suerte de Disneylandia azteca que ni siquiera podemos imaginar. Este asunto continuará.


¿Qué tal durmió? MDCLI (1655)

MONTIEL.


Cualquier correspondencia con esta columna reconstructiva favor de dirigirla a dehesagerman@gmail.com (D.R.)

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