5 de septiembre de 2009

Adultos mayores ó abuelos: igualmente amorosos.


Colaboración de: Antonieta B. de De Hoyos

El 28 de agosto es Día del Adulto Mayor y en la República Mexicana oficialmente se festeja desde 1998. La primera celebración se hizo en la Ciudad de México en 1983 y un año después, en Monterrey, Nuevo León. En 30 años, el número de personas de 60 años de edad y más se ha triplicado, ya que de un poco más de tres millones en 1979, pasó a 9.4 millones en este año. Para atender las necesidades de este sector de la población, se creó el Instituto Nacional de la Senectud (INSEN), luego el Instituto Nacional de Adultos en Plenitud, (INAPLEN) hasta que, en 2002 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la primera Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, y se estableció el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) para el desarrollo integral de mujeres y hombres mayores de 60 años de edad.

Desafortunadamente en nuestro país los adultos mayores se encuentran en desventaja, lo que implica que autoridades y sociedad en conjunto, se esfuercen por lograr la igualdad de oportunidades para todos los mexicanos, ya que la vejez no es el fin de la vida productiva, sino una etapa que demanda funciones especiales de acuerdo a sus distintas, pero importantes y valoradas capacidades, que se deben proteger, atender, ayudar y orientar, además de conocer y analizar la problemática de las personas de la tercera edad, para darles solución a través de la asistencia: médica, jurídica y opciones de ocupación.

Ser abuelo es otra cosa. La Iglesia católica celebra el día 16 de Julio a San Joaquín y a Santa Ana, quienes según la tradición son los abuelos de Jesús. Esta fiesta está saturada de espiritualidad, es un espacio propio para mostrar y vivir desde lo más profundo del alma, el amor y el agradecimiento hacia los abuelos; personas que sin ser adultos mayores tienen el privilegio de convivir con nietos a temprana edad. Este es un día encaminado a la introspección, tiempo de recogimiento en el que padres y nietos tenemos que reconsiderar si nuestro comportamiento hacia los abuelos es el correcto. Claro que su presencia en el ámbito familiar es muy valiosa, ya que con su ejemplo y sus consejos apoyan la difícil tarea de educar a niños y adolescentes.

Hay abuelos que sin importar su edad, irradian optimismo, alegría, sentido del humor; son generosos, ocultan sus achaques para que no sufran los que les aman, se preocupan y ocupan por los demás, sacrifican gustos personales para dar un toque de belleza y ternura al mundo. Algunos alcanzan la sabiduría y aceptan hacer sólo aquello que su edad les permita. Viven el momento a plenitud, señalan la diferencia entre lo esencial y lo inútil, y las pocas cosas importantes que traen felicidad. Explican a los nietos que el caminar implica cometer errores, pero que ahí están ellos, como abuelos o adultos mayores para proteger y comprender, y para recordarles que Dios está en cada uno de sus actos por pequeño o insignificante que lo consideren.

Antonieta B. de De Hoyos........Agosto 02/09

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