6 Ago. 13
No soy panista, nunca lo he sido y jamás lo seré y, aun así, estoy muy preocupada. Imagínese cómo estarán los panistas.
Si leyó usted el reportaje "Enfrenta el PAN debacle", de Ernesto Núñez, publicado el domingo pasado en la primera sección de EL NORTE, estará de acuerdo conmigo.
Si no lo leyó, léalo, porque los mexicanos interesados en estos menesteres creemos entender, más o menos, lo que sucede dentro del PAN, pero al conocer los detalles, se nos pone el pelo de punta.
Si antes de leerlo considerábamos la bronca panista difícil de solucionar, ahora buscamos otros adjetivos porque difícil no le hace justicia.
El PAN idealista de Gómez Morín y de los viejos panistas que buscaban ser una oposición seria para el partidazo pensaban en tres cosas: en México, en México y en México.
Hoy en día, México no es la primera preocupación de ningún panista (de cualquier corriente, minicorriente, subcorriente o contracorriente) porque si así fuera, se complicaría su carrera política.
La verdad, deberíamos cambiar el significado de gobernar porque a pocos les interesa hacerlo con el significado tradicional del concepto. Ahora la carrera política no es para servir a nuestro País, sino para lograr un"enriquecimiento personal
Por eso a Raulito le devolverán 224 millones de pesos, depositados en 12 cuentas bancarias, y 41 inmuebles en 24 entidades del País.
¿Por qué los mexicanos somos tan escépticos y nos cuesta creer que esa fortuna la logró gracias a sus años de trabajo y al sudor de su frente, igualito que la maestra Elba Esther y su hija, Humberto Moreira y los Deschamps, para mencionar a unos cuantos?
¿Por qué los ciudadanos de este saqueado País no podemos creer que, quincena a quincena, estos honrados funcionarios públicos ahorraran algo de su sueldo y sus ahorritos crecieran y crecieran (siempre legalmente) hasta volverse una fortuna?
¡Ah qué nosotros tan desconfiados! ¿Será esa desconfianza injustificada la que nos lleva a pensar que la lucha cruenta del PAN entre sus tribus se alimenta de la ambición personal de sus protagonistas?
El otro día, unos panistas se molestaron porque alguien llamó tribus a sus grupos antagónicos. Se sintieron ofendidos porque ellos consideran tribus sólo a las del PRD, pero aunque las tribus perredistas sean más precarias, la guayabera fina, la arrogancia y la mochería de muchos panistas no les quita lo tribal.
En el reportaje aparecen los calderonistas, los maderistas (anticalderonistas), el temible Yunque y los llamados "candidatos de la unidad", uno de los cuales, Bravo Mena, no unirá mucho porque también es yunquero; pero bueno, si les funciona como amalgamador, qué bien.
Según me decía un futuro ex panista, en cada grupo hay también conflictos internos y no es raro ver a algunos militantes bajarse del barco o irse a danzar con otra tribu.
Todo eso, además, está coronado con la cereza del pastel: el narciso de Vicente Fox, ya incuestionablemente enloquecido.
He repetido varias veces la necesidad que tiene México de una oposición fuerte, congruente y que, de verdad, ofrezca mejores maneras de hacer las cosas.
Lo triste es que si el PAN no se fortalece, los demás partidos no servirán de mucho. La izquierda sigue desmoronándose. Se está esperando el surgimiento de MORENA como partido, pero por desgracia, no ofrecerá nada nuevo. No se obtienen distintos resultados haciendo las cosas del mismo modo y menos, en este caso, con las mismas personas.
Al iniciarse el sexenio de Fox, había 36 por ciento de la población de seguidores del PAN. Al inicio del Gobierno de Calderón bajó a 31 por ciento. Hoy es el 13 por ciento. ¿Quién no se alarma con esos números? Pero la propuesta de Felipe Calderón Hinojosa para refundar el partido fue bloqueada y ahora están peleándose entre ellos mismos y con los priistas.
Si yo fuera panista y decidiera emigrar a otro partido, me sentaría a llorar. Entre la corrupción, la impunidad, la inmovilidad, el cinismo y la insistencia en manejar los partidos como clubes familiares, por ahora, no tenemos una alternativa decente.
Y eso es muy grave.
rosaurabster@gmail.com
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