Por: Antonieta B. de De Hoyos
El
prestigiado estadounidense, lingüista,
filósofo y activista Avram Noam Chomzky elaboró una lista que denominó “Diez
estrategias de manipulación mediática”, después de observar detenidamente el cambio en el
comportamiento ético que han venido sufriendo estas empresas, mismas que a continuación mencionaré a grosso
modo.
Primera estrategia: la “distracción” como control social,
para desviar la atención de los problemas importantes a cambio de informaciones
insignificantes. Segunda: “crear problemas y después ofrecer soluciones”,
presentar una situación prevista para que provoque reacción en el público, y
así parezca que la gente fue la que tomó la decisión. Tercera: “Gradualidad”,
decir y hacer los cambios poco a poco, porque todos a la vez provocarían una
revolución. Cuarta: “diferir”, presentar una medida inaceptable, como dolorosa
y necesaria con un sacrificio a futuro. Quinta: “infantilismo”, dirigirse al público
como si fueran personas de poca edad o con deficiencia mental. Sexta: “utilizar
el aspecto emocional mucho más que la
reflexión”, para obstaculizar el pensamiento crítico de las masas.
Séptima: “mantener al público en la ignorancia y mediocridad”, para que no
comprenda las tecnologías y los métodos utilizados para su control. Octava:
“Estimular al publico a ser complaciente con la mediocridad”, convencer que ser
torpe, vulgar, inculto e inmoral está de moda. Novena: “Reforzar el sentimiento
de culpa”, que la gente admita que por su poca inteligencia y su escasa
capacidad vive en la desgracia. Décima: “Conocer a las personas mejor de lo que
ellos mismos se conocen”, gracias a la ignorancia el público se convierte en
presa fácil de los que más saben.
Al término de esta lectura, tuve que reconocer que estas
estrategias si son utilizadas por un alto porcentaje de medios de comunicación
en nuestro país y en otras partes del mundo, la esperanza se cifra en aquellos
que aun fincan su labor en la ética profesional.
Nada va a cambiar si nosotros no cambiamos y recuperamos
el sentido común, si no despertamos del letargo y retomamos la intuición. Es
necesario ejercitar nuestra inteligencia, volvernos más perspicaces y si fuera
posible, más astutos que los zorros. Debemos estar alertas, repensar lo que
vemos y oímos, desconfiar, investigar, sacar conclusiones, escuchar opiniones,
poner atención a lo que nos dicen los viejos, cuya sabiduría está probada por sus años vividos.
Los habitantes del planeta estamos pasando por fuertes
crisis en nuestros valores y principios religiosos, en lo económico, lo
laboral, lo emocional; en lo político, en el cambio climático que nos azota, en
las relaciones interpersonales, en la vida diaria que hemos descuidado.
En el tercer milenio la
tecnología saturó a la sociedad de distractores, exaltó el lujo y los placeres;
indujo al despilfarro de tiempo, al
menosprecio de la capacidad intelectual
y al entorpecimiento de la misión terrena para la que fuimos creados
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