también puede subir a la tribuna”.
29 de julio de 2013
Las decisiones de gobierno NO es cuestión de género, las decisiones de gobierno deberían tener como objetivo la equidad en el beneficio de la comunidad.
también puede subir a la tribuna”.
25 de julio de 2013
Todos somos humanos con defectos y virtudes.
Por: Antonieta B. de De Hoyos
El español Abel Della Costa, dedica su tiempo al estudio de la teología, ciencia para unos, disciplina para otros, que investiga la presencia y las virtudes de Dios, en dos de las principales religiones a nivel mundial; la hindú y la judeocristiana. Algunos teólogos son ateos, pero en este caso el es creyente y es precisamente desde su punto de vista cristiano que aclara algunas dudas, que como sociedad tenemos respecto a la conducta homosexual, tan promocionada en la actualidad en los diferentes medios de comunicación.
Abel afirma que la homosexualidad no es una fase de la persona, ni una condición, que sólo es una práctica, incluso una serie de prácticas que se suman: bisexual, transexual, transgénero, travestí y más. Hasta la fecha se desconoce el origen de estas preferencias, pero se sabe que desde tiempos inmemoriales, han estado presentes en la humanidad. Investigaciones científicas señalan que esta inclinación sexual se forma con el tiempo y que podría tener como agente modelador la biología, desde el vientre de la madre en el instante de la concepción, la psicología en la madurez emotiva y la cultura entre otros.
Lo único que se sabe es que no es genético, pues no se ha encontrado aún un gen gay en la persona, por eso si alguien tiene esta tendencia o no teniéndola la acepta, es algo muy difícil de entender. La iglesia fiel al Evangelio no aprueba los actos homosexuales y se une de corazón, al conflicto que la persona puede tener cuando se ve en esta situación. Educar y proteger a los niños y adolescentes de la influencia negativa del ambiente y de terceras personas, es primordial.
Sabemos que Dios no se molestó nunca en prohibir que alguien sea homosexual, se dedicó a decir que no se tolere en la comunidad “gente que haga esas cosas” y que Él no juzga a la persona, sino los actos que realice en el estado que se encuentre: viudo, separado, soltero, casado, etc. aquí la mala conducta del heterosexual también es sancionada.
Cuando una persona tiene relaciones homosexuales frecuentes y se le dice que lo hace porque es homosexual, se le miente y daña, porque él solo es un varón al que le gustan los varones y que por decisión propia ejerce la homosexualidad, lo mismo va para las mujeres que gustan de mujeres.
La práctica homosexual se ha generalizado y convertido en un mega negocio, para mentes perversas que incrementan su riqueza envileciendo a las generaciones jóvenes. Todos, hombres y mujeres, heterosexuales o con preferencias sexuales diferentes, somos humanos con defectos y virtudes, debilidades y fortalezas, con la obligación moral de ser discretos cuando por libre albedrio, decidamos romper con lo establecido por Dios.
El padre y la madre cristiana rezan y esperan. Confían en su oración, son firmes y apoyan pero no consienten, guían hacia lo bueno pero sin desesperar. Pero sobre todo llevan en su mente y en su corazón esa bellísima máxima celestial…!yo te amo como eres!
Ayúdate: ¡Que Dios te ayudará!
Por: Antonieta B. de DeHoyos
Era una noche como cualquier otra, me dispuse a dormir, hice mis oraciones y me acomodé en la cama. De repente se escucharon estridentes truenos y enceguecedores relámpagos, se anunciaba una tempestad. Instantes después empezó a caer una lluvia torrencial, todos nos alegramos porque al fin llegaba la lluvia que durante meses habíamos estado pidiendo al Creador, sin importar qué por la mañana ya hubiera llovido copiosamente. Jamás imaginamos que esta segunda lluvia, causaría tanto daño.
Fueron seis horas de intenso aguacero sin intervalos, pronto se inundo nuestro patio y comenzó a colarse el agua por la puerta de la cocina. Vivir a la orilla de un arroyo conlleva algunos riesgos pero la verdadera problemática, estriba en la manera como las autoridades municipales han ido permitiendo que se construya en sus cauces, obstaculizando el curso de las aguas.
Si a lo anterior le agregamos la basura acumulada y lo angosto y bajo de los puentes, el estancamiento está vaticinado y la inundación que sufrimos solo fue la consecuencia.
Se perdieron muchas cosas, pero se salvaron muchas vidas, entre ellas las de mi familia y la mía, pues de seguir lloviendo con esa fuerza, en menos de una hora nuestra seguridad se hubiera visto comprometida. Pero gracias a Dios seguimos con vida y mientras haya vida hay esperanza de recuperación, si no en su totalidad cuando menos parcialmente.
Fue una noche larga, en la que deambulamos mi hija, mi yerno, mis nietos, mi esposo y yo, por las diferentes habitaciones de la casa con el agua casi a la cintura, alumbrados por veladoras y una linterna de pilas.
Como a las tres de la mañana oramos por nuestra protección, pero también por todos aquellos que se encontraran en la misma, o a lo mejor, peor situación que la nuestra. Fueron momentos únicos, inolvidables en los que sentimos como nunca antes la presencia divina, por eso no nos desesperamos, los niños no entraron en pánico, no renegamos ni maldecimos. Este era un fenómeno de la naturaleza, al que estamos expuestos todos los habitantes del planeta.
Cuando al fin dejó de llover agradecimos a Dios; cuando empezó a bajar el nivel del agua, gritamos jubilosos. Al día siguiente hicimos un balance de los daños, pero no para refunfuñar por lo que ya no teníamos, sino para saber con cuanto contábamos para recomenzar.
He llorado mucho y cada vez que platico o recuerdo lo sucedido mis ojos se humedecen, pero son lágrimas de agradecimiento a Dios, estoy plenamente convencida de que Él bendijo y protegió a Piedras Negras, y que esa fue la razón por la que no hubo la cantidad de pérdidas humanas, que tormentas de esta magnitud dejan a su paso.
El susto ya lo superamos, arreglamos lo que pudimos, ahora nos toca exigir a las autoridades un estudio hidrológico y topográfico de la ciudad; un plano de las formas de terreno, declives y cuestas naturales o artificiales que existan, pero principalmente despejar los arroyos, para poder disfrutar de la bendita lluvia, sabiéndonos a salvo.