Por: Ramon de la Peña Manrique
Hace tiempo me tocó leer un reportaje en la revista electrónica Business Know-How, en el que se destacaba que si no se cuida el uso del internet, en especial el correo electrónico, podría ser un poderoso asesino silencioso de la productividad en los negocios.
Este esquema de comunicación que luce perfectamente inocente les puede robar tiempo y lastimar la productividad de los colaboradores y en última instancia afectar la utilidad económica de las empresas.
Pero me impactó aún más un mensaje que me envió un ex alumno en el cual se destaca que los cerebritos de las empresas más sobresalientes en el arte y la ciencia de las tecnologías de información y comunicación en Silicon Valley, en California, están enviando a sus hijos a una escuela (la Waldorf School of the Peninsula) en la que no usan en el proceso de enseñanza-aprendizaje ni computadoras, ni televisores, ni otro instrumento electrónico: sólo está el profesor, su método, el pizarrón, gis y borrador.
En el mensaje se destaca la pregunta: ¿por qué profesionales de Silicon Valley, que parecen deberle mucho a la industria informática, envían a sus hijos a una escuela que no usa computadoras?
También se menciona de manera destacada el testimonio de uno de los papás que tienen a sus hijos en esta escuela, y quien dice que la eligió porque cuestiona la tendencia actual a equipar en informática a las clases desde una edad cada vez más temprana.
"La computadora no es más que una herramienta. El que sólo tiene un martillo piensa que todos los problemas son clavos", señala. "La pantalla perturba el aprendizaje y disminuye drásticamente las experiencias físicas y emocionales".
En mis tiempos de estudiante mi "computadora" era una regla de cálculo que me servía para multiplicar, dividir, sacar raíz cuadrada, logaritmos, senos y cosenos; usaba esa "computadora" para hacer todas las operaciones necesarias para analizar, operar y diseñar los procesos químicos, pero pronto esa regla de cálculo se transformó en una calculadora digital y después en una computadora difícil de manejar.
Y es que en algún momento el talento educado y creativo de mucha gente dio lugar a las computadoras y calculadoras que hoy usamos y conocemos. Pero finalmente no son más que reglas de cálculo sofisticadas que no sustituyen el talento creativo, innovador, responsable y honesto de las personas educadas.
De hecho, en los mismos mensajes se nos dice que ha surgido una nueva enfermedad concebida por el uso excesivo de los sistemas de información y comunicación, una enfermedad similar a los vicios que hemos ido creando al paso del tiempo: los vicios del cigarro, de las bebidas alcohólicas, del juego en los casinos, de los enervantes. Ahora se ha creado el vicio llamado nomofobia, que es un miedo irracional a salir de casa sin el celular, es decir, a estar "desconectado".
¿Quiere decir esto que los programas para equipar a las escuelas de educación básica, con computadoras, pizarrones electrónicos y programas sofisticados de contenidos educativos, no son tan efectivos para fortalecer en nuestros hijos y alumnos sus capacidades creativas y de lectura, de entender lo que leen?
Así es, sería la respuesta de la Waldorf School, que nos dice: "Buscamos despertar en cada alumno su propia individualidad, y desplegar y multiplicar su capacidad de pensar, sentir y desear, creando así un verdadero mundo más humano a través de una educación que sea fuente de un gran cambio social positivo". La educación en Waldorf, nos dicen, busca liberar el espíritu humano.
Por eso mismo, estimado lector, cuidemos que en nuestras escuelas no se promueva en nuestros hijos esta parte de la nomofobia a estar "desconectados"; mejor hay que promover que se fortalezca en ellos su creatividad, su ingenio, su responsabilidad, su honestidad, su capacidad de resolver problemas, tener una comunicación efectiva, y unas buenas relaciones interpersonales.
Feliz Navidad, recuerde que nadie puede celebrar y amar a Dios si no celebra y ama a su prójimo al mismo tiempo.
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