19 de diciembre de 2012

Gocemos el instante sagrado


Por: Antonieta B. de De Hoyos

Cuenta una leyenda nórdica que un espíritu procedente de la lejana galaxia del universo, vino a la Tierra y se instaló en el hemisferio norte, para repartir aquello de lo que no puede prescindir el ser humano: paz, amor, armonía y alegría.

Nuestros antepasados sabían que algo especial pasaba en el planeta el día más corto del año, lo que quiere decir es, que en todas las épocas se reconoce que desde el  21 de diciembre  una energía especial envuelve a la madre Tierra.

Se cree que en la mayor oscuridad de las noches largas del solsticio de invierno, es cuando recibimos el espíritu de la Navidad, una luz luminosa que despierta en nosotros sentimientos de amor y paz. Muchos maestros han nacido en estos días, pero uno en especial, ha marcado nuestra vida con su ejemplo de amor ilimitado, su pureza de intención, sus grandes lecciones de justicia, de amor y perdón, y ese es Jesús, el Hijo del Padre, que llegó en los precisos momentos de mayor oscuridad.

Esta bendita energía nos ayuda a perdonar y a olvidar desavenencias, despierta el entusiasmo en todo lo que hacemos; razón por la que recibimos y damos regalos que expresan amor y solidaridad hacia nuestros hermanos. Desafortunadamente el consumismo actual, ha logrado rebajar este maravilloso regalo divino al nivel humano, al grado de que mucha gente se olvida de recibir esta gran luz de energía, que cada año nos visita.

Comencemos hoy con una limpia de casa y de corazón. Botemos todas las cosas viejas y dañadas, los odios y rencores, el pesimismo y la confusión, para que podamos recibir el amor que viene del cielo y que generará en nosotros nuevas y mejores experiencias. Es importante comprender que este es un instante sagrado, Dios nos está dando una energía de esencia sagrada, una luz de vida a nuestra alma y corazón.

La palabra Navidad habla de una noche bendita, de un tiempo de dulce espera y una grata ilusión. Navidad es la esperanza que viene a traernos pensamientos positivos, deseos hermosos; es el ensueño de cambios profundos. Cerramos el ciclo del año presente y abrimos en armonía el ciclo del año que inicia.

Meditemos y pidamos paz para nuestro planeta, nuestro país y nuestra comunidad, pidamos por que los gobernantes sean honestos, por los niños pobres y desamparados, por las familias desunidas, por los enfermos y por los ancianos desvalidos. Después pidamos por nosotros mismos para que logremos el cambio que necesitamos.

Saquemos de nuestro hogar la violencia, las discusiones, peleas, gritos, malas palabras, insultos, toda la energía negativa que impide la entrada del espíritu de la Navidad. Borremos de nuestra vida los malos recuerdos, tengamos presente los momentos bellos.

 “Ordenemos nuestra forma de vivir, pues solo en el orden tendremos tiempo para Dios”.

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