La
diferencia entre un anciano adormilado en una silla de ruedas o jugando con sus
nietos radica en la ayuda especializada que recibe. Así de contundentes son los
mensajes de la campaña Salvaunviejo.com donde se muestra la cruda realidad que
pretende sensibilizar sobre la necesidad de mejorar la atención
geriátrica. En España han elaborado un
video protagonizado por el actor Antonio Quintana, mayor de 65 años, el que cuenta
con más de 13 millones de seguidores hasta el momento.
Cuando
entré a esa dirección y vi el video, algo dentro de mi cambio por completo, es
un monólogo interpretado magistralmente, de manera tan perfecta que consigue conmover
hasta las fibras más intimas del corazón humano; no solo mueve a ayudar a los
adultos mayores, sino que obliga a
reflexionar sobre lo que hicimos o dejamos de hacer con los que ya se han ido.
Desde
sus orígenes, ha acompañado a la humanidad el deseo por obtener una existencia
eterna y en ese afán, se ha logrado que la esperanza de vida hoy, rebase los
ochenta años y en ocasiones llegue hasta los cien, en óptimas condiciones de
salud y de lucidez mental.
La
OMS, Organización Mundial de la Salud prevé que en los próximos cinco años,
haya más personas mayores de 65 que niños menores de cinco, estamos ganando
años pero ¿nos preparamos como es debido para tener una tercera edad saludable?
Para
empezar es indispensable cambiar la mirada que se tiene sobre la vejez, y
reconocer que una sociedad se enriquece cuando respeta a sus mayores y valora
sus aportes, porque saben que la experiencia, la madurez y el crecimiento
interior, se adquieren con el correr de los años.
En
Europa la especialización en geriatría y gerontología van al alza, pero ¿quién
es un geriatra? Es el médico que aprende y conoce como sobrellevar los
sentimientos que afectan a los ancianos: la soledad, el aislamiento y la
dependencia, sensaciones típicas de esta etapa de la vida, tomando además muy en cuenta su salud mental y emocional.
¿Cómo
adulto mayor que puedo hacer por mi mismo...? Mucho, pero primero que nada esforzarse
por combatir viejos vicios y adquirir nuevos y saludables hábitos como: comer
con sobriedad, dejar de fumar y de tomar bebidas alcohólicas, salir a caminar,
buscar el lado amable de la vida, tolerar a los más jóvenes, leer buenos
libros, conversar amorosamente… y orar.
Porque
la oración es la que nos lleva a comprender el camino real de la vida, según el
espíritu propio de las personas ancianas. Los más enfermos los que
desafortunadamente están inmovilizados, pueden orar. La oración es su fuerza,
es su vida. Una persona activa puede convertirse en contemplativa al llegar a
adulto mayor pidiendo por los dolores y las alegrías ajenas, y aunque se sea
limitado y frágil, consuela el pensamiento de que por el alma espiritual
sobreviviremos incluso a la muerte, en la fe que nos abre una esperanza que no
defrauda.
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