Por: Antonieta B. de De Hoyos
Las iglesias, organizaciones cristianas y personas religiosas de todo el mundo, se unen para “orar y ayunar” el Miércoles de Ceniza 9 de marzo de 2011. Este relevante día será un espacio de arrepentimiento y marcará el inicio de la Cuaresma. Según la Biblia, en tiempos antiguos se usaban cenizas para expresar lamentos. Marcarse con cenizas era la manera en que la persona pecadora manifestaba sufrimiento por sus faltas. Una buena decisión será que ese día lo dediquemos a “ayunar por la vida” y nos comprometamos a hacer hasta lo imposible por superar el hambre y contribuir a la seguridad alimentaria global.
Más de mil millones de personas están padeciendo hambre en el mundo, a pesar de la bondad y la abundancia que Dios nos regaló en la Creación. Paradójicamente, al mismo tiempo que mucha gente sufre escasez, hambre, privaciones y necesidad; en otras partes del planeta hay tantas personas enfermas por los excesos de mucha sal, azúcar, grasa y calorías, medidas de consumo de alimento insostenible. La decisión individual o colectiva, ha ensanchado la brecha entre quienes tienen y quienes nada tienen, olvidándose por completo el sentido de relación global equilibrada y justa, tornando la convivencia cada vez más tensa.
La utilización mercantil de la tierra, las cosas, la naturaleza, es una de las formas más extendidas y burdas de su descuido y maltrato. La deforestación y desertificación, cambio climático, calentamiento global, escasez de agua dulce cada vez más aguda, los agujeros en la capa de ozono, sobrepoblación mundial etc. Son problemas ecológicos generados por prácticas humanas, que tienen origen en la forma incorrecta de ver el mundo, de situarse ante él y de actuar sobre él.
La era ecológica en la que estamos inmersos debe fomentar una nueva y profunda conciencia de la presencia de Dios en cada circunstancia del universo. Hoy los habitantes del planeta debemos reconocer al mundo, como el cuerpo de Dios. La dimensión ecológica de la vida, implica de inmediato un cambio positivo en lo personal, comunitario, social, cultural y político. No es una recomendación opcional, es una gran responsabilidad ética y un profundo compromiso teológico.
Este Miércoles de Ceniza seamos parte activa de las múltiples voces que cada vez con más decisión, ternura y vigor se preocupan y ocupan del Cuidado de la Tierra y de la Vida. Recorramos este espacio cuaresmal aprendiendo lo más que podamos de la sabiduría ancestral, y grabemos en nuestra mente y corazón que todo el daño que causemos al planeta y al cosmos, va en contra de lo ordenado por Dios.
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