¿Alguien ha visto a Edna…?
“y cuándo vuelve el desaparecido
cada vez que lo trae el pensamiento”
cada vez que lo trae el pensamiento”
Rubén Blades
Un día más que se utiliza en el calendario de las efemérides para recordar a la mitad de la humanidad que hace posible que exista la vida: Las mujeres.
Y en tierra que nos vio nacer este día es un día mas donde el dolor parece ya no tener cabida en el hogar de 900 mujeres, la mayoría de ellas menores de 24 años, que se perdieron en el camino de regreso a casa, unas, y otras cuando iban al trabajo, a la escuela o a una fiesta.
Las gargantas de las madres ya no dejan salir un sonido más. ¿Para que hablar si los muros no se mueven para dar paso a la justicia, a la investigación? ¿Para que hablar si el viento no trae mas la voz de la hija de la que solo se supo que ya iba en camino porque su voz salió por ultima vez de un celular que se contestó a la carrera, con la urgencia cotidiana y el “no tardes porque te estoy esperando” fue la ultima frase de amorosa preocupación que ella escuchó; si es que tenia la suerte de vivir en Piedras Negras o en el D. F. o en Sonora; porque de ser campesina e indígena, solo los rezos cree recibir su alma sola.
En México no hay un solo policía o investigador o Ministerio Público que este destinado únicamente a buscar a Edna a Adriana a María a TODAS las mujeres que han sido barridas de la vida por esta delincuencia que busca diversificar sus ingresos.
Nadie responde a las madres y las que hablan mas exigiendo JUSTICIA las callan balas anónimas de los tratantes de personas que no quieren que se descubra este otro negocio. El miedo ata a los familiares. El terror paraliza conciencias y solo queda Dios para que escuche.
El 8 de marzo es el día de la Mujer. Un día que se estableció en honor de mujeres que dieron la vida y se atrevieron a exigir JUSTICIA, DERECHOS, IGUALDAD para todos y todas.
Las mujeres de hoy en México somos decisivas para elegir gobiernos y gobernantes, pero no gobernamos, Las mujeres hoy en nuestra patria somos decisivas en el trabajo y generamos riqueza, pero no la disfrutamos. Las mujeres en mi país somos voces que reclaman la necesidad y urgencia del respeto a nuestra vida, a nuestro libre transito, a nuestro derecho de disentir y estamos vedadas en los cargos donde se toman las decisiones para investigar, procesar y hacer justicia por las 900 mujeres que este 8 de marzo del 2011 siguen desaparecidas en nuestra patria.
Una solo mujer desaparecida, asesinada, violada, prostituida en contra de su voluntad debería ser suficiente para que el Estado declarara un estado de alerta y se destinaran recursos para encontrarlas.
Una sola mujer desaparecida, asesinada, violada o prostituida en contra de su voluntad debería ser suficiente para que la sociedad TODA estuviera en las calles, en las universidades, en las fábricas, en todo el territorio mexicano exigiendo respuesta por parte de las autoridades.
Una sola mujer desaparecida, asesinada, violada o prostituida en contra de su voluntad debería ser suficiente para que la casta usurpadora que gobierna a los mexicanos renunciara por dignidad, o por lo menos, por temor, ya que todos ellos son cómplices del feminicidio que se esta viviendo en México por su silencio y tolerancia de este delito.
En México el feminicidio también es genocidio porque se esta convirtiendo en un crimen de género y los gobiernos de todos los colores están protegiendo a los asesinos al no investigar y no hacer cumplir la ley.
Por temor a Dios, por compasión a las madres ¿alguien puede hacer que Edna llegue a su casa? A Adriana la extrañan, el dolor ha llevado a la tumba a las madres y a la desintegración de los hogares. Los hermanos ya no quieren ver a mamá escondiéndose para llorar y rezar. Quieren dormir con la luz apagada porque al fin ya no falta nadie en casa.
Si el Estado mexicano le ha fallado a Edna a Choco a Adriana, ¡no les fallemos los mexicanos! Levantemos la voz aunque la perdamos ante el muro de la impotencia.
Los mexicanos no podemos fallarles porque cuando la desaparición de un ser querido llegue a nuestro hogar ¿Quién levantará la voz por nosotros?
Profra. Josefina Sanchez Ponce
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