Convendrán conmigo en que no todo lo que se les ocurre a los norteamericanos tiene que ver con su proyecto imperialista, o con la sistemática explotación de los pueblos latinoamericanos.
La celebración del día de Acción de Gracias, por ejemplo, me parece un logro tan importante que debería de convertirse en un patrimonio para toda la humanidad. Me agrada mucho pensar que en el año hay un día que está exclusivamente dedicado al agradecimiento. Varias veces he traído a colación en estos renglones las inmortales palabras de mi abuela: no es bien nacido el que no es agradecido. Mujer sabia.
No es fácil, aunque sí es muy gratificante, aprender a ser agradecido; porque está al alcance de cualquiera agradecer un ostensible favor o un oportuno donativo. Ya no es tan simple aprender a agradecer la insidia y la malevolencia de los malquerientes que aspiran a mostrarse como enemigos.
Hace unos minutos veía yo en YouTube a los integrantes de la mesa principal de una reunión quizá de estudiantes o vayan ustedes a saber qué. El presidente de este numerito no sé por qué, ni para qué, me traía a colación, aunque era evidente que no era yo su ídolo del rock and roll, y comentaba que, en aquel año de 1967, la presidencia de la Sociedad de Alumnos de Filosofía y Letras la ocupaba Germán Dehesa (en efecto, la ocupaba mediante una elección democrática) y añadió con la debida sorna "... y era muy católico"; en este preciso instante terció una vieja cara de sope que añadió: "... sí y hacía misas de iniciación de cursos". ¡Vieja réproba y maldiciente!; ya me imagino a mí "haciendo misas" y que conste que era la época en la que bajo la dura férula de mi madre solía asistir a misa dominical.
A lo que quiero llegar es que aun a este par de desgraciados que sólo conozco vía internet también les tengo agradecimiento; al primero porque aun sin saber hablar español, me incluyó en su pedregosa conversación y a la segunda por tener tan buena y creativa memoria. Estos dos son como los rinocerontes: seres a primera vista inútiles, cuya existencia no parece tener justificación, aunque para algo han de servir en los misteriosos designios del Creador. Así pues, colocado en la tesitura franciscana de "Saluda al sol, araña/ no seas rencorosa", me felicito por la existencia de las cucarachas, los alacranes y esta parejita de personas tan redichas.
Ahora, la verdad es que me resulta más fácilmente agradecible la existencia de mis hijos, de mis amigas, de mis amigos, de mi atribulado país, de los huauzontles, de mis facetados lectores, de esas personas que pasan por la calle y me saludan afables y sonrientes, de nuestra extraña geografía, nuestra vertiginosa historia, nuestros poetas, nuestras interminables músicas, nuestras flores, nuestros usos y costumbres, nuestra ciudad Capital que nos exige so pena de perecer, nuestra total atención porque aquí no se sabe ni por dónde, ni a qué horas nos va a llegar el peligro inminente.
Agradezco igualmente a todos aquellos que me han dado trabajo, a la UNAM que me dio herramientas para trabajar y a mis padres que me educaron en el esfuerzo. Quien desee guarecerse bajo esta acción de gracias será bienvenido, aunque debe recordar que HOY TOCA.
¿Qué tal durmió? MDCLXXVIII (1678)
MONTIEL.
Cualquier correspondencia con esta columna que es un perro agradecido, favor de dirigirla a dehesagerman@gmail.com (D.R.)
La celebración del día de Acción de Gracias, por ejemplo, me parece un logro tan importante que debería de convertirse en un patrimonio para toda la humanidad. Me agrada mucho pensar que en el año hay un día que está exclusivamente dedicado al agradecimiento. Varias veces he traído a colación en estos renglones las inmortales palabras de mi abuela: no es bien nacido el que no es agradecido. Mujer sabia.
No es fácil, aunque sí es muy gratificante, aprender a ser agradecido; porque está al alcance de cualquiera agradecer un ostensible favor o un oportuno donativo. Ya no es tan simple aprender a agradecer la insidia y la malevolencia de los malquerientes que aspiran a mostrarse como enemigos.
Hace unos minutos veía yo en YouTube a los integrantes de la mesa principal de una reunión quizá de estudiantes o vayan ustedes a saber qué. El presidente de este numerito no sé por qué, ni para qué, me traía a colación, aunque era evidente que no era yo su ídolo del rock and roll, y comentaba que, en aquel año de 1967, la presidencia de la Sociedad de Alumnos de Filosofía y Letras la ocupaba Germán Dehesa (en efecto, la ocupaba mediante una elección democrática) y añadió con la debida sorna "... y era muy católico"; en este preciso instante terció una vieja cara de sope que añadió: "... sí y hacía misas de iniciación de cursos". ¡Vieja réproba y maldiciente!; ya me imagino a mí "haciendo misas" y que conste que era la época en la que bajo la dura férula de mi madre solía asistir a misa dominical.
A lo que quiero llegar es que aun a este par de desgraciados que sólo conozco vía internet también les tengo agradecimiento; al primero porque aun sin saber hablar español, me incluyó en su pedregosa conversación y a la segunda por tener tan buena y creativa memoria. Estos dos son como los rinocerontes: seres a primera vista inútiles, cuya existencia no parece tener justificación, aunque para algo han de servir en los misteriosos designios del Creador. Así pues, colocado en la tesitura franciscana de "Saluda al sol, araña/ no seas rencorosa", me felicito por la existencia de las cucarachas, los alacranes y esta parejita de personas tan redichas.
Ahora, la verdad es que me resulta más fácilmente agradecible la existencia de mis hijos, de mis amigas, de mis amigos, de mi atribulado país, de los huauzontles, de mis facetados lectores, de esas personas que pasan por la calle y me saludan afables y sonrientes, de nuestra extraña geografía, nuestra vertiginosa historia, nuestros poetas, nuestras interminables músicas, nuestras flores, nuestros usos y costumbres, nuestra ciudad Capital que nos exige so pena de perecer, nuestra total atención porque aquí no se sabe ni por dónde, ni a qué horas nos va a llegar el peligro inminente.
Agradezco igualmente a todos aquellos que me han dado trabajo, a la UNAM que me dio herramientas para trabajar y a mis padres que me educaron en el esfuerzo. Quien desee guarecerse bajo esta acción de gracias será bienvenido, aunque debe recordar que HOY TOCA.
¿Qué tal durmió? MDCLXXVIII (1678)
MONTIEL.
Cualquier correspondencia con esta columna que es un perro agradecido, favor de dirigirla a dehesagerman@gmail.com (D.R.)
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