3 de octubre de 2009

Integridad es: ser lo que decimos que somos


Colaboración de: Antonieta B. de De Hoyos

En la actualidad “don dinero” fabrica todo, incluso virtuosas e inexistentes trayectorias de personalidades públicas y empresariales. Ese engaño publicitario motiva al ciudadano común a quedarse en casa el día de la elección. Actitud, que permite en muchas ocasiones el triunfo al menos preparado, pero con mayoría en el círculo minoritario. Es necesario no cejar en la lucha contra el vergonzante abstencionismo, es indigno para electores y postulantes, una victoria con urnas vacías precisamente en este milenio, en el que presumimos al mundo de demócratas.

Por esa razón, voy a dar a conocer las características de una persona íntegra, esa a la que con gusto confiamos lo más valioso. Pero antes, recomiendo investigar a conciencia el historial de nuestros aspirantes; lugar de nacimiento, familia de donde proviene, ética profesional, calidad de empleos desempeñados, vida familiar, social y laboral, monto de su patrimonio, relación con Dios, (no con doctrina) y condición moral actual. Después de realizar esta encuesta, elabore una plantilla con las cualidades que a continuación le daré, califique con sinceridad del uno al diez, la ausencia o presencia de estas en el candidato analizado. Hágalo sin temor, sume y reste, pues solo así podrá saber con seguridad, en manos de quien depositará buena parte de la armonía hogareña y citadina. Comencemos.

Debe ser: una persona íntegra y libre, que no repita hasta el cansancio “que aceptará lo que su partido le señale”. Llevar grabado desde la infancia la rectitud en la intención y pensamiento. Encaminar todos sus actos al bien común. Poseer una voluntad fuerte que ningún superior debilite. Responsable de sí mismo. Con proyecto de vida definido y que, fiel a la palabra dada, sea lo que desea ser.

Debe ser: una persona que disfrute el servir a los demás. Solidario con su comunidad. Defensor de los derechos de otros. Comprometido con la democracia que presume. Integrado al desarrollo social. Promotor de la justicia y de la paz. Consciente del valor del trabajo humano y de la importancia de una familia construida con amor. Respetuoso de su dignidad y la del sexo complementario, alegre y afectuoso con todos.

Debe ser: una persona creativa. Que se esfuerce por dejar el mundo y su ciudad mejor que como estaba. Comprometido con el medio ambiente, con la naturaleza. Interesado por aprender y buscar caminos no explorados para hacer mejor su trabajo y que, libre del afán de parecer se independice de las cosas, rompa la esclavitud del sistema de poder y trascienda con letras de oro en la historia de nuestro pueblo, ejemplo para las generaciones venideras y eterno orgullo para sus descendientes.

1 comentario:

Francisco Sánchez dijo...

Tengo la fortuna de entablar comunicación con Javier Zacarías por medio de Facebook y me invitó a leer esta entrada del Blog. Cuando respondí a su invitación, me sugirió que escribiera mi comentario directamente al autor del blog. Éste es mi humilde comentario:
"El tipo de persona que describe al candidato ideal, es precisamente éso, un ideal. No es nada realista. Ése tipo de persona no existe, y menos dentro de la política. Especialmente la del gobierno mexicano. En todo caso, eso no es motivo para ausentarse del derecho del voto. Como lo recomienda Antonieta, hay que participar haciendo una encuesta personal siguiendo el modelo que ella presenta. Hay que hacerlo con cada uno de los aspirantes a tu voto. Asi al menos podrás decir que hiciste tu parte y después celebrar el triunfo o la derrota. Ambos son motivo de celebración, pues tú lo hiciste posible."