Hola de nuevo a ustedes que me hacen el enorme favor de leer lo que sale de este dañado y vituperado cerebro, gracias por acudir a esta cita semanal.
En días pasados tuve la oportunidad de platicar con un visitante de Sudamérica, latino el hombre, e hice lo que tanto disfruto cuando intercambio con uno de la misma especie pero de otras latitudes: hablamos de temas varios, pasando por la generosa coincidencia hasta la útil divergencia en puntos distintos que nos atañen por el simple hecho de somos vecinos de este mundo habiendo tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio (gracias Alberto Escobar y Mexicanto); y casi llegando al final de nuestra charla me dice: “Siempre que visito alguna ciudad procuro llevarme algo típico del lugar, ¿Qué puedo comprar típico de Piedras Negras?”, lo cual me dejó con una total cara de “what” (que se lee “juat” o “güat”, es muy su rollo como lo pronuncien), por lo que me limité a contestar – Lo típico de Piedras Negras, creo, ya lo llevas encima, porque es algo que no compras con dinero, lo guardas en el recuerdo, y es que lo típico de nuestra ciudad es la nobleza y amabilidad de mi gente- y la respuesta no lo satisfizo pues, antes de despedirse, me comentó que la misma pregunta le haría al taxista mientras lo llevaba a su hotel. Algo pensé mientras sonriente estrechaba su mano, pero créanme que ya no me acuerdo. Esta pequeña y casi insignificante plática me puso a cavilar (de nuevo) en cómo ha sucedido que nuestra ciudad no tiene algo que nos identifique (y si me equivoco, miéntenme la madre o corríjanme), digo, a menos que le hubiese regalado un pedazo de carbón o una foto autografiada y con dedicatoria de Oscar Murillo o del “cuate” Hernández, pues no veo otra cosa no perecedera se hubiese podido llevar como “recuerdito” (bueno, reconozco que las fotos autografiadas pudieran catalogarse como provisorias mientras dura aquello).
No me malentiendan, hay lugares que si bien no están así como para presumirse, por lo menos nos identifican como ciudad. Por ejemplo, ahí esta la Plaza de las Culturas o la Macro, aunque ya sabemos que la de Monterrey hace olvidar la nuestra, la Misión de San Bernardo (que si bien esta en Guerrero, bien que la presumimos), y esperemos que algún día, si las autoridades de todos los niveles nos ayudan, el Museo de Piedras Negras (en el viejo Hotel del Ferrocarril). Quizás sería una buena idea mandar a hacer llaveritos y “tarugaditas” similares con réplicas de estos lugares para tenerlos a la venta como “recuerditos”, ¿Por qué no? ¿Siempre chiquitos? ¿Siempre agachados? Ni madres dirían los padres de estas nobles tierras que nos arropan. Ahí se las dejo (o tal vez yo mismo vea cómo se puede hacer negocio con el asunto éste).
Pasando a otros temas, ya empieza la efervescencia política por las próximas contiendas “electoreras” para las diputaciones locales, y como siempre, ya se escuchan de las no menos famosas “alianzas” entre partidos, para ver quién se lleva el “pastelote”. La verdad esto de las alianzas se me hace una verdadera jalada, cuyo propósito es la de justificar la existencia de “partidos” políticos que sólo están de adorno y que nos cuestan un buen billete. Lo de menos es crear las estrategias para ponernos de acuerdo para salir de la “jodedumbre” que nos rodea. Para eso no hay alianzas.
Es muy importante que vayamos conociendo a quienes pretenden lanzarse a las “jugosas” candidaturas, y lejos de irnos por la publicidad y la parafernalia que se hace alrededor de los candidatos, analicemos de manera concienzuda a estos extraños seres que ven en el servicio su realización personal y forma de trascender… (este… sé) y además que dicen querernos representar. Digo, si son gente que conocemos, pues habrá tela de donde cortar ¿No creen? Yo les sugiero que hagan un análisis por separado de la persona como tal, y luego del funcionario, profesionista, etc; luego, junten sus dos conclusiones y agarren a su gallo. Tengan en mente qué es lo que puede aportar el sujeto (o sujeta) para el beneficio de la comunidad, y no sólo en beneficio de su partido; también les comparto que en mi corta experiencia tengo una hipótesis más que probada: una buena persona no necesariamente es un buen funcionario público. Ustedes prueben con todas las otras combinaciones que se presentan.
Ya si de plano no les gusta ninguno de los protagonistas, les propongo que votemos por Memín Pinguín (¿Y yo porqué? Como diría en su momento el mandilón de Fox). Sin importar por quien vayamos a votar, hay que acudir a las urnas a depositar nuestro sufragio (“quesque” efectivo y con propuesta a reelección). Pero como todavía falta un ratito para que este guiso agarre forma, vamos a dejar descansar el tema para tratarlo en un futuro cercano.
Amigas y amigos, es jueves y ya tengo “la sed”, mi nombre es Armando Castro y si estoy a sus órdenes en el lugar de siempre a la misma hora, por si acaso quieren externar sus opiniones en vivo y en directo. En caso contrario pueden dejar sus comentarios en esta página o bien escribir a mi correo electrónico ladelosjueves@gmail.com
Desde mi Piedras Negras del alma, les envió un caluroso saludo. Nos leemos la próxima semana.
Que tengan ustedes buen día y mejores noches.
PD. Socorro y Jose Luis, Cor Unum.
1 comentario:
Pues hay que mandar hacer "nachos" de plata como llaveros, anillos, pulseras y colgijes. Eso es lo que las fuerzas vivas de la ciudad han querido que nos identidique ante el mundo. Solo falta que en la pagina oficial de nuestra ciudad pongan un nacho de bienvenida y que la mascota de la ciudad fuera "Supernacho"
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