22 de diciembre de 2013

Empoderamiento femenino, dice Peña Nieto.

Por: Antonieta B. de De Hoyos


Hace unos días el presidente Peña Nieto en uno de sus discursos, enfatizó que en su gobierno se le daría mayor empoderamiento a la mujer, para contrarrestar la violencia que contra ella se ha desatado en todas las esferas sociales.


Aseguró que, sabiéndose fuerte e independiente, y con oportunidad de recibir capacitación profesional para desempeñarse en algún empleo, ellas podrán con mayor tranquilidadobtener su sustento y el de sus hijos. Con esta declaración las asistentes vieron en ese mensaje, una luz en las tinieblas de su diario vivir.


La semana pasada cuando se dirigían a su trabajo, una joven mujer y su hermano fueron atropellados con premeditación, alevosía y ventaja por la ex-pareja sentimental de ella.Murieron los dos y tres menores de edad quedaron en la orfandad, con un trágico suceso grabado en su memoria. Ella tenía un buen empleo y vivía con su madre.


Cuando el presidente habla de empoderar, ofrece aumentar en las mujeres su fortaleza espiritual, política, social y económica, porque sabe que solo con ellas puede impulsarcambios positivos en la comunidad, en la confianza de desarrollar sus propias capacidades.


Lo que no ha tomado en cuenta Peña Nieto son los trastornos, las frustraciones y los celos de un macho herido, cuyo odio se desborda al ver salir adelante a su pareja; crítica situación que se complica con una pésima impartición de justicia, que nada tiene de pronta y expedita.


Claudia es uno de los miles de casos de feminicidio que se presentan en el país, como consecuencia de haber tenido el valor de denunciar a su conyugue por maltratoabusos,amenazas de muerte y otras cosas peores, lo triste es que los ministerios públicos y lapolicía  investigadora ignoran la petición, hasta que se suscita la tragediaSe habla mucho de equidad de género, estandarte de moda para los partidos políticos en el poder, gestión que se limita a ofrecerle cargos públicos de tercer nivel, a combatir cuando menos de apariencia su pobreza extrema y a intentar disminuir la discriminación que sufre.  


El verdadero empoderamiento, el que nos urge, incluye recibir una vasta educación en los valores éticos, morales y religiosos, preparación que le permite manejar con inteligencia emocional la adversidad. No se trata de un salario decoroso ni de elevar la autoestima, la realidad ha dejado claro que enfrentar la violencia con violencia, solo conduce a la muerte de uno o ambos conjugues, condenando así a los hijos a vivir en el desamparo.  


Más que empoderamiento las mujeres exigimos educación, protección, justicia y autoridades más humanizadas, sabemos que la impunidad generalizada, es el aliciente perfecto para que sigan surgiendo hombres violentos.

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