5 de febrero de 2013

Las Guarderias

Por: Rosaura Barahona

Las guarderías son un tema polémico e inagotable. Al discutirlo debemos tomar en cuenta diversas perspectivas: lo económico, lo psicológico, lo educativo, lo laboral, lo social, lo político, lo religioso y lo personal.

"Guardería" como "Feminismo" son malas palabras para algunas personas o grupos sociales.

A muchas personas de la clase alta les parece una ignominia enviar a sus hijos a una guardería. Nunca han visitado ninguna, pero sólo cuentan historias de terror sobre ellas, jamás de generosidad y amor.

Sus hijos no van a guarderías, pero todos tienen nanas, sin ninguna preparación especial para cuidar niños, dedicadas a conocer y a convivir más con el niño que la propia mamá.

Los matrimonios en donde la esposa se queda en casa tampoco aceptan de buena gana las guarderías. Les parece horrible dejar a los niños tan chiquitos en una, pero muchas mamás los dejan con la muchacha que tampoco está preparada para educar niños y, además, limpia la casa, lava ropa y cocina. Ellas atienden su vida social y su belleza.

Es probable que las mamás usuarias de las guarderías convivan más tiempo con sus hijos que quienes las critican porque deben recoger al niño a determinada hora y de ahí en adelante se dedican a atenderlo (junto con el papá, esperemos).

Por supuesto, hay excepciones en todas las clases sociales, pero predomina la idea de que son peores mamás las que envían a sus hijos a las guarderías que quienes no lo hacen. Y eso es falso.

Las guarderías no son perfectas, pero bien organizadas y administradas generan muchos beneficios para los niños y para la sociedad. Los niños socializan y aprenden mientras sus padres pueden trabajar fuera de casa con tranquilidad porque están bien cuidados.

Las guarderías del IMSS son excelentes. Sin embargo, anunciaron que, a partir de hoy, prohibirán el cobro de horas extras a las guarderías subrogadas. El horario establecido por el IMSS es de 7:30 a 16:30. Muy pocas madres o padres podrán recoger a sus hijos a esa hora porque implicaría salir de su trabajo antes de las 16:00.

Los padres de familia se quejan de que el IMSS ignoró sus peticiones. Y aunque el delegado nunca los recibió, en la delegación dijeron a la representante de los padres afectados que no podían hacer nada y le recomendaron contratar un servicio particular o salirse de trabajar para tener tiempo de calidad con su hijo.

¿Es burla o estupidez? Quien eso dijo ignora que los padres con hijos en la guardería no pueden dejar de trabajar porque necesitan su sueldo para vivir y tampoco pueden contratar un servicio particular, ni pagar a quien se los cuide.

Eso de "sálgase de trabajar para tener calidad de vida con su hijo" sonó a lo que el Ministerio Público o el juez dicen a una mujer cuando denuncia al marido por violencia repetida: "Váyase a su casa, cocínele rico y quédese calladita porque así se ve más bonita".

(Soy pacifista, pero ante esos cretinos, surge mi instinto asesino).

En el año 2002, la escritora galesa Allison Pearson publicó la novela "I don't know how she does it: the life of Kate Reddy, working mother", que fue traducida como "La vida frenética de Kate".

El libro está incluido en la literatura del posfeminismo porque la protagonista no es una víctima, sino una mujer viviendo complicadísimas situaciones dramáticas o cómicas. Quienes lo vivimos sabemos que habla con la verdad.

Cuando se refiere a las mujeres que trabajamos fuera del hogar, dice: "Somos como la primera generación de inmigrantes. Te bajas del barco, bajas la vista, trabajas todo lo que puedes y de la mejor manera posible e ignoras a los nativos que te odian sólo porque eres y hueles diferente a ellos y porque, un día, podrás quitarles su puesto. Pero hay esperanzas. La vida no te alcanzará para ver que las cosas sean como deben, pero el sólo hecho de ocupar un espacio o de haber conseguido un baño para las mujeres facilitará un poco las cosas para quienes vienen detrás de ti".

Y añade: "¿Otra ley de equidad y de igualdad de oportunidades? Ninguna ha logrado cambiar las cosas porque sólo provocan que la misoginia se vuelva subterránea y avance por los intrincados laberintos del internet".

Aquí tenemos un ejemplo de ello.

Fuente: El Norte
Con autorizacion directa de la autora

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