5 de enero de 2013

El arrepentimiento.


Por: Antonieta B. de De Hoyos

Este fue un fin de año especial, ya que en las últimas semanas tuve la oportunidad de vivir experiencias que jamás imaginé, unas fueron buenas otras no tanto,  pero todas superadas con el apoyo de Dios. Buscando algo que me motivara a  escribir, encontré esta singular información, que con sutileza me condujo a la meditación indispensable, cada principio de año.

Se trata del arrepentimiento, esa sensación interior que nos inquieta y que no nos permite ser felices y que en ocasiones llega hasta quebrantar la salud física y espiritual del individuo. Para fortuna o infortunio, la existencia lleva en su esencia la toma de decisiones, a cada instante el ser humano debe decidir sobre esto o aquello, lo que implica acertar o equivocarse.

Pero lo peor que puede pasarnos, es llegar al final de la vida con un “ojalá y lo hubiera hecho”. El “ojalá hubiera tenido el suficiente valor para hacer realmente lo que quería y no lo que los demás esperaban que hiciera”, es uno de los arrepentimientos más comunes. Algunos lamentan el haberse perdido de muchas cosas buenas en su vida y dicen:ojalá no hubiera dedicado tanto tiempo a mi trabajo”.

Desafortunadamente la madurez nos llega cuando nos vemos obligados a enfrentar la adversidad,  el miedo, el enojo, el arrepentimiento y eventualmente la aceptación. El no haber expresado los sentimientos, positivos o negativos, es otro arrepentimiento que trae a la  mente el “ojalá hubiera tenido el coraje de hablar y decir que no me gustaban esas cosas, o de decir a las personas lo que realmente sentía por ellas”. Otro momento difícil, es la nostalgia por las viejas amistades, las que a pesar de ser muy queridas por nosotros, no hacemos el esfuerzo por reencontrarlas y cuando lo intentamos, ya es demasiado tarde.

También sentimos una gran tristeza cuando pensamos que debimos ser más  felices  y que no lo fuimos por las cosas que dejamos de hacer. El "no hacer", trae a la persona profundos lamentos, pues por lo regular casi nadie se arrepiente de lo que hizo, bien o mal, ya que estas acciones son parte del aprendizaje de la vida; es mucho más doloroso el arrepentirse de lo que no se hizo.

Pero lo importante es que aprendamos a perdonarnos a nosotros mismos y a no ser tan duros por  lo pasado. Nuestro espíritu se eleva cuando aceptamos que nos equivocamos. Muchas personas alrededor del mundo sufren en silencio, ven como su organismo se debilita, tienen el llanto a flor de piel, se van consumiendo en la tristeza profunda, a causa del arrepentimiento.

Este año que empieza, si nos es posible resarcir el daño hagámoslo, si es algo que ya no tiene remedio, pidamos perdón a Dios y soltemos la carga. Recordemos que el Creador en su infinita misericordia nos concede el perdón, cada vez que nos equivocamos.

La vida con sus altibajos sigue siendo bella, disfrutemos este 2013 de la mejor manera

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