Por: Rosaura Barahona
EL NORTE trajo el
lunes una nota de carácter económico que en México bien podría ser de ciencia
ficción: "Rechazan en Suiza más vacaciones".
Los suizos disfrutan de cuatro semanas de
vacaciones pagadas al año; el sindicato Travail.Suisse propuso aumentarlas a
seis; los trabajadores suizos convocaron a un plebiscito para aceptar o
rechazar la propuesta. Acudieron 2 millones 302 mil votantes, de los cuales, un
millón 530 mil la rechazó y 772 mil la apoyaron.
La sola idea de una propuesta sindical semejante
es imposible en México, pero para efectos de este ejercicio, supongamos que nos
la hacen. ¿Convocaríamos a todos los votantes (trabajadores) para ver si la
aceptaban o no? Al votar, ¿usted cree que la propuesta sería ya no
contundentemente rechazada, sino sólo rechazada? ¡Buen chiste!
Es injusto comparar a Suiza con México. Suiza es
un país ubicado en el centro de Europa, con un territorio de 41 mil 290
kilómetros cuadrados (sólo 2 mil 888 kilómetros más que Yucatán). Limita al
oeste con Francia, al sur con Francia e Italia, al este con Lichtenstein y
Austria, y al norte con Alemania, por lo que tiene cuatro idiomas oficiales:
alemán, francés, italiano y romanche.
Su población no llega a los 8 millones de
habitantes repartidos en 26 cantones (estados). Es uno de los 10 países más
desarrollados y ricos del mundo. Siempre ha sido conocido por su pacifismo y su
neutralidad diplomática, a pesar de ser uno de los países con mayor diversidad
cultural en todo el mundo.
Respecto a esa paz tan defendida por los suizos
para su País, Orson Welles, el cineasta que dijo que "es imposible hacer
una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón de un
poeta", comentó: "En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia
hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da
Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor y fraternidad, 500 años de
democracia y paz y ¿qué tenemos? El reloj de cuco".
Pero volvamos a Suiza y México. Le digo que no es
justo compararlos porque nuestro País mide casi 2 millones de kilómetros
cuadrados y tiene una población estimada de 115 millones de habitantes, más o
menos masoquistas, que lo aman y apuestan a su potencial.
Al norte tenemos al Big Brother, Estados Unidos;
al sur, a Belice y Guatemala; al oriente, el Golfo de México, y al poniente, el
Pacífico. Es el decimocuarto país más extenso del mundo. La lengua predominante
es el español, pero tenemos casi 70 lenguas indígenas cuyo valor despreciamos;
sólo a unos cuantos estudiosos o investigadores les interesan.
La economía de México ocupa un buen sitio en el
panorama mundial, pero eso no se refleja en la vida diaria. La injusta
distribución de la riqueza y la inequidad existente en todos los campos
-educación, salud, casa y trabajo- nos tienen en un estado de crisis continua
desde hace años.
Si bien es cierto que debemos gran parte de esa
crisis a la ineptitud, corrupción e impunidad de nuestros gobernantes y a la
insaciable partidocracia, también nosotros, los ciudadanos, somos culpables de
muchas cosas.
Por eso la sorpresa al leer la noticia de Suiza.
La medida fue propuesta por el sindicato para alcanzar el estándar de otros
países europeos, pero los suizos pusieron atención a las advertencias del
Gobierno y de las empresas privadas: más vacaciones pagadas pondrían en riesgo
la economía nacional. Como los trabajadores conocen bien las respectivas crisis
de varios países de la Unión Europea, decidieron seguir como están.
Los suizos luchan por defender su economía, sus
empleos y su nivel de vida y rechazaron una tentación atractiva, pero llena de
riesgos. Los mexicanos ya estaríamos haciendo planes para ver a dónde nos
iríamos, qué podríamos empeñar para pagar esas vacaciones extras y cómo le
haríamos para unirlas con otras o con alguna incapacidad.
¿Países muy distintos? Por supuesto. Es más
difícil educar a 115 millones de habitantes y administrar un país enorme y
diverso que educar a menos de 8 millones de habitantes y administrar un país
que cabe, más o menos, 48 veces en México. Pero no son tanto los países como la
responsabilidad, la conciencia y la educación de sus habitantes. Allá pensaron
en ellos y en Suiza; aquí habríamos pensado sólo en nosotros.
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