Gracias
a diferentes lecturas, he podido constatar el gran esfuerzo realizado por miles
de mujeres mexicanas, para obtener sus derechos fundamentales y, la manera como muchas de ellas ha sacrificado y siguen
sacrificando su vida personal, en pos de sus ideales. Desafortunadamente el
trabajo de la casa y su poca experiencia laboral, le obligan a tomar empleos de
poca calidad y mal remunerados.
La
verdad es que relativamente son pocas, las que han logrado la igualdad en el trabajo
y en la responsabilidad en el hogar, como para poder participar en espacios
públicos y puestos de decisión y mando. Condición que les permite un desarrollo
pleno de sus capacidades y además disfrutar de mejores puestos con magníficos
salarios.
Aun
hoy, para los varones es más productivo fijar en la mente y en el corazón de la
mujer, que el matrimonio no es el fin único de su existencia; antes que abolir
la actitud terrible y destructora del machismo, conducta de la que muchos se
vanaglorian cuando se empecinan en no reconocer el talento y la dignidad
femenina.
En
pleno siglo XXI, para que ella pueda lograr sus sueños y desempeñarse en su
vocación, es indispensable que se esfuerce por alcanzar su independencia
económica, pues solo con la fuerza del dinero está demostrado que podrá
continuar exigiendo la equidad en los accesos a la educación,
profesionalización y vida laboral.
Este
mundo fue creado por hombres y para hombres, pero ya han cometido muchos
errores y el principal, no tener la suficiente humildad para reconocer el valor
femenino. Cuando se enfrentan dos personas de diferente género, intentando uno
dominar al otro, siempre habrá tensiones. Pero si uno de los dos (en este caso
los señores) goza de privilegios y
triunfa sobre el otro, por lo regular no es justo y cae en la dominación.
Gracias
a Dios soy mujer y me siento orgullosa por el propio hecho de serlo. Toda mi
vida he confiado en la intuición femenina y jamás me ha fallado. Creo
firmemente que todas podemos enriquecer el futuro de este mundo e incentivar la
plenitud de las relaciones humanas. Hoy las mujeres buscamos la prosperidad
para todos, para el esposo y para los hijos, queremos el equilibrio físico,
mental, emocional, espiritual y financiero.
Urge que se le deje de ver como símbolo sexual, que se den cuenta todos y muchas, que la belleza de una mujer no está en la ropa que se ponga o que se quite, ni en la figura natural o artificial que tenga. La belleza de una mujer está en sus ojos, ellos irradian el amor que hay en su corazón. La verdadera belleza de una mujer está en su inteligencia, en su capacidad de servir, en la pasión que muestra en lo que hace. Los años no la dañan por el contrario, acrecientan su sabiduría y su decoro femenino.
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