Por: Ramón de la Peña Manrique
Hace poco fui invitado a una reunión organizada
por el capítulo Nuevo León de la asociación A Favor de lo Mejor, cuya misión es
lograr que los medios de comunicación, en su propósito de entretener e informar
al público, contribuyan también a su educación, cultura y desarrollo humano.
Quieren lograr que los medios promuevan lo constructivo, lo digno, lo mejor del
ser humano.
En la reunión platicó sobre el tema César Mauricio Velásquez Ossa,
Embajador de Colombia ante el Vaticano, Secretario de Prensa de la Presidencia
durante el mandato de Álvaro Uribe, y experto en comunicación y en relaciones
internacionales.
Cuatro conceptos me llamaron la atención de su plática: el mejor
programa para tener un Estado fallido es promover una cultura de impunidad y
corrupción, la cual conduce a situaciones extremas como el clima de inseguridad
que estamos padeciendo; debemos rescatar el valor de la vida humana, no debe
haber muertos de primera, segunda o tercera, dependiendo de quién es, a quién
representa o cuánto vale; debemos tener paciencia mientras se resuelve el
problema, pero debe ser una paciencia activa y crítica; y debemos evitar los
morbodramas que cotidianamente usan muchos medios de comunicación.
Este último comentario me recordó un mensaje que recibí por internet,
basado en el libro de Andrew Oitke, "Mental Obesity" (Obesidad
Mental), que plantea el concepto de la obesidad mental como un importante
problema de la sociedad actual.
El mensaje destaca como punto de partida que apenas ahora estamos
tomando conciencia de la obesidad física, como un problema de salud importante
entre nuestros ciudadanos, originada por una alimentación sin reglas ni
moderación, e impulsada por la llamada comida rápida.
Pero nos advierte que debemos concientizarnos, como lo trata de hacer la
asociación A Favor de lo Mejor, ya que los abusos en el campo de la información
están creando problemas tanto o más importantes que los de la obesidad física.
El mensaje insiste que nos hemos enviciado gracias a estereotipos
inapropiados, a juicios apresurados, a pensamientos pequeños y tacaños y a
condenas precipitadas de personas, programas y reputaciones.
El autor se pregunta quiénes son los cocineros de esta comida rápida
mental. Entre ellos hay argumentistas y realizadores de televisión, radio y
cine; actores de los diferentes medios de comunicación (comentaristas,
periodistas), y autores de tantos mensajes y comentarios que pululan por
internet y sus esquemas de efecto multiplicador, añadiría yo.
Para muestra usted puede sintonizar cualquier programa vespertino o
nocturno de la televisión local diariamente o alguna emisión de radio en
ciertas horas, que promueven con toda naturalidad la ofensa pesada, la
humillación y hasta la violencia.
Después pasa a describirnos la comida rápida mental al decirnos:
"Los noticieros y telenovelas son las hamburguesas del espíritu, y las
revistas y novelas son las donas de la imaginación", entre otras cosas.
Concluye con dos aspectos importantes: "Con una alimentación intelectual
tan cargada de cadáveres de reputaciones, adrenalina, romances ardientes,
violencia y emociones encontradas, es normal que nuestros jóvenes difícilmente
consigan una vida saludable y equilibrada; y el problema central está en la
familia y en la escuela".
Y en los medios que promueven ese tipo de comida rápida mental y en los
empresarios que apoyan con su patrocinio esos programas, añadiría yo.
Cualquier padre responsable, destaca el mensaje, sabe que sus hijos se
enfermarían si sólo comieran dulces y chocolates.
No se entiende entonces, y sobre esto debemos reflexionar todos los
papás, los educadores, los comunicadores, los medios de comunicación y los
empresarios y funcionarios públicos, cómo es que tantos aceptemos que la dieta
mental de nuestros jóvenes esté compuesta por ese tipo de comida rápida
intelectual.
Como ve, estimado lector, necesitamos promover una buena dieta mental
para nuestros jóvenes.
¿Nomás para ellos?, me preguntó mi correctora de estilo.
Claro que no: para todos, le respondí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario