Por: Antonieta B. de de Hoyos
Buscando
información encontré la homilía que el Obispo de San Sebastián, Don José
Ignacio Munilla dirigió a los fieles, en la catedral de una ciudad vasca. El
prelado aludió la alarmante cifra de
divorcios que en la actualidad se realizan en España, donde de cada cien
uniones, setenta y cinco se disuelven. Razón por la que pidió no minimizar la
tragedia que encierra esta negativa
actitud, ya que no son simples estadísticas, pues detrás de estos datos fríos
se esconden dramas personales, vidas llenas de fracaso y dolor, niños
desconcertados y futuros inciertos.
Dijo
también, que vivimos en una generación que ha conquistado grandes
progresos técnicos-sociales, pero que al
mismo tiempo sufre de una gran crisis espiritual; aseguró que la sociedad
actual padece una orfandad moral y espiritual bastante notoria. El materialismo
sofocante y la frivolidad generalizada, hacen que estemos más necesitados que
nunca de padre y de madre. De hecho, las heridas afectivas son más frecuentes
entre nosotros de lo que imaginamos, podríamos afirmar que en nuestros días,
ese ser humano que presume falsamente de autosuficiencia, ahora le apremia más ser
protegido con entrañas de misericordia.
Monseñor, invitó a los presentes a un esfuerzo paciente
en pro de la reagrupación de las familias rotas. La salud del matrimonio y la
salud de la familia, están especialmente necesitadas de misericordia, urge la
sanación de las heridas originadas por tantas rupturas. No hay mejor acto de piedad que luchar por la unidad de la familia y
ayudar al reencuentro de las parejas
separadas. No podemos permanecer con los brazos cruzados mientras nuestros
familiares, conocidos y vecinos, fracasan en sus proyectos matrimoniales. Es
imprescindible que en la medida en que lo veamos oportuno, nos ofrezcamos como
canales de comunicación hacia quienes pueden ayudarles: terapeutas, sacerdotes,
guías espirituales y adultos mayores con experiencia.
Pidió
a los políticos que favorezcan la estabilidad de la familia, es muy triste que
se haya llegado a identificar el concepto de conciliación familiar, con los
esfuerzos a favor de una ruptura legalizada, en lugar de atender la conciliación
familiar como una terapia para superar las dificultades que ponen en peligro la
unidad de la familia.
En
México, nuestros políticos promueven leyes que aniquilan por completo el valor
moral y afectivo de la familia; entre ellos el contrato de convivencia, la
unión legal (?) de parejas del mismo sexo y su posibilidad de convertirse en
padres adoptivos. Al mismo tiempo la Secretaría de Gobernación, permite las
trasmisiones a nivel nacional de telenovelas, entrevistas y espacios de
divertimento obsceno, que incita a la infidelidad, promiscuidad, sexo precoz, aborto,
abandono, violencia, homicidios pasionales, pederastia y todo bajo el régimen
de la impunidad.
Necesitamos organizar eventos donde los matrimonios demuestren, que a pesar de la adversidad se puede ser feliz hasta el final de la vida, siendo bendecidos por Dios y por la propia familia.
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