5 de marzo de 2012

La familia sí, pero defendamos primero el matrimonio.


Por: Antonieta B. de de Hoyos

Buscando información encontré la homilía que el Obispo de San Sebastián, Don José Ignacio Munilla dirigió a los fieles, en la catedral de una ciudad vasca. El prelado  aludió la alarmante cifra de divorcios que en la actualidad se realizan en España, donde de cada cien uniones, setenta y cinco se disuelven. Razón por la que pidió no minimizar la tragedia que encierra esta negativa  actitud, ya que no son simples estadísticas, pues detrás de estos datos fríos se esconden dramas personales, vidas llenas de fracaso y dolor, niños desconcertados y futuros inciertos.

Dijo también, que vivimos en una generación que ha conquistado grandes progresos  técnicos-sociales, pero que al mismo tiempo sufre de una gran crisis espiritual; aseguró que la sociedad actual padece una orfandad moral y espiritual bastante notoria. El materialismo sofocante y la frivolidad generalizada, hacen que estemos más necesitados que nunca de padre y de madre. De hecho, las heridas afectivas son más frecuentes entre nosotros de lo que imaginamos, podríamos afirmar que en nuestros días, ese ser humano que presume falsamente de autosuficiencia, ahora le apremia más ser protegido con entrañas de misericordia.

Monseñor,  invitó a los presentes a un esfuerzo paciente en pro de la reagrupación de las familias rotas. La salud del matrimonio y la salud de la familia, están especialmente necesitadas de misericordia, urge la sanación de las heridas originadas por tantas rupturas. No hay mejor acto de piedad  que luchar por la unidad de la familia y ayudar  al reencuentro de las parejas separadas. No podemos permanecer con los brazos cruzados mientras nuestros familiares, conocidos y vecinos, fracasan en sus proyectos matrimoniales. Es imprescindible que en la medida en que lo veamos oportuno, nos ofrezcamos como canales de comunicación hacia quienes pueden ayudarles: terapeutas, sacerdotes, guías espirituales y adultos mayores con experiencia.

Pidió a los políticos que favorezcan la estabilidad de la familia, es muy triste que se haya llegado a identificar el concepto de conciliación familiar, con los esfuerzos a favor de una ruptura legalizada, en lugar de atender la conciliación familiar como una terapia para superar las dificultades que ponen en peligro la unidad de la familia.

En México, nuestros políticos promueven leyes que aniquilan por completo el valor moral y afectivo de la familia; entre ellos el contrato de convivencia, la unión legal (?) de parejas del mismo sexo y su posibilidad de convertirse en padres adoptivos. Al mismo tiempo la Secretaría de Gobernación, permite las trasmisiones a nivel nacional de telenovelas, entrevistas y espacios de divertimento obsceno, que incita a la infidelidad, promiscuidad, sexo precoz, aborto, abandono, violencia, homicidios pasionales, pederastia y todo bajo el régimen de la impunidad.


Necesitamos organizar eventos donde los matrimonios demuestren, que a pesar de la adversidad se puede ser feliz hasta el final de la vida, siendo bendecidos por Dios y por la propia familia.

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