Por: Antonieta B. de De Hoyos
Siempre
he confiado en la inteligencia y creatividad del hombre, pero tengo mucho más
fe en la sabiduría de Dios. Por eso pienso que si los poderosos en su ambición
desmedida, están destruyendo el planeta, el resto de la humanidad, apoyada en
la inteligencia divina podemos reconstruirlo.
Hace
cinco años que existe “Educambiente”, una Asociación Civil, que sin afán de
lucro comparte toda información actualizada, positiva o negativa, referente al
medio ambiente.
Desde
un principio sabíamos que esta tarea era un gran reto y una enorme
responsabilidad, que sufriríamos los embates emocionales provocados por los
sucesos que debíamos de narrar. Que seriamos testigos de los desastres
ecológicos y ambientalistas que acontecieran alrededor del mundo, que
viviríamos la impotencia de no poder controlarlos, ni solucionarlos. Pero de
todas formas iniciamos la labor; nuestro fin es y será sembrar en el los
corazón de todos, el deseo de cambiar conductas; grabar en su memoria frases de
aliento; dar a conocer los resultados del esfuerzo de muchos, y contrarrestar
la apatía e indiferencia de las mayorías.
Dios
sabe por qué hace las cosas, el por qué nos inclinamos hacia ésta tarea difícil
pero a la vez reconfortante, ya que gracias a este contacto directo con el
acontecer en la naturaleza, hemos podido constatar la presencia maravillosa de
miles de milagros. Resulta sobrenatural que nos enteremos de un daño ecológico
en algún lugar del planeta y que, casi de inmediato en otro lugar lejano se
descubre algo que puede aminorarlo. Por ejemplo: la lucha que se sostiene desde
hace varios años a nivel mundial, para disminuir la contaminación por CO2 en la
atmósfera, daño provocado por la industrialización del primer mundo. Ahora como
milagro divino aparece el inventor de las lámparas de fotos celdas que se
cargan con energía solar. Esta innovación ha revolucionado la cotidianidad en
las ciudades y en el campo en general, pero resultó enormemente trascendente en
la vida y la salud de los países pobres del continente Africano, incluyendo a
la India, lugares donde hoy reemplazan sus lámparas de queroseno por lámparas
solares LED. Organizaciones buscan abastecer con energía renovable a estas
paupérrimas aldeas, incrementando así el desarrollo de 600 millones de
personas.
En
Kenia, cada día mueren más mujeres por enfermedades relacionadas con el humo
del queroseno que con la malaria o tuberculosis según datos estadísticos, el
punto más importante es que una quinta parte de la población mundial aun no
cuenta con electricidad. Por las noches utilizan Keroseno y otros combustibles
altamente tóxicos. El fundador del
proyecto Lúmina, Evan Mills, afirma que un nuevo mercado se ha abierto al mundo
en vías de desarrollo, gente dispuesta a colaborar en la recuperación ambiental
del planeta.
Mientras nosotros en “Educambiente”, seguimos pensando que Dios en su misericordia, continúa dándonos la oportunidad de perdurar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario