Por: Antonieta B. de De Hoyos
Últimamente
han llegado a mis manos, varios libros muy interesantes que hablan sobre el
gran poder de la meditación, al grado de provocar en mi la necesidad de empezar
a practicarla en la privacidad de mi hogar.
Dicen
que la gente que medita disminuye su ansiedad, su riesgo de perder la calma y
se controla mejor frente a situaciones adversas inesperadas. Que ayuda a
conservar un bajo nivel de cortisol, esteroide responsable del estrés, y que
además produce hormonas favorables para la relajación como la melatonina, lo
que permite regular el ciclo del sueño y llegar a un mejor bien estar.
Hoy
en día la mayoría de los problemas de salud están asociados con la ansiedad y
con el miedo, sensaciones que provocan enfermedades cardíacas y derrames
cerebrales. Meditar ayuda a disminuir la presión arterial, mejora la digestión,
es un arma potente contra el dolor, sobre todo aquel que se presenta en
enfermos crónicos o terminales.
También
se ha comprobado que con la meditación se reducen las lesiones de la piel como
la psoriasis, al mejorar y fortalecer el funcionamiento del sistema inmunitario
del organismo en general. Con la práctica diaria de la meditación, desaparecen
las malas emociones como el odio, la amargura, el pesar y la frustración,
convirtiéndolas en amor, compasión y bondad.
Además
la meditación despierta en la persona, inesperadas capacidades que le facilitan
el camino hacia la felicidad y hacia una
vida mejor.
La continua práctica de la meditación, trae
paz y tranquilidad mental, una paz que perciben los que nos rodean y que genera
relaciones personales más humanas.
Si
comprendiéramos la importancia de practicar la meditación, nuestra sociedad sería
otra, sería un lugar de grata
convivencia, un espacio mucho más
agradable para todos, ya que la buena voluntad prevalecería entre todas
la personas, como un efecto en cadena.
Cuando
se alcanzan los niveles profundos de la meditación, es cuando se comienza a
experimentar una absoluta paz, una experiencia religiosa que nace del corazón y
fortalece el alma.
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