17 de febrero de 2012

El Frasco Lleno...

Por: Ramón de la Peña Manrique


A raíz de la reflexión en mi anterior artículo, mi correctora de estilo me hizo una pregunta sobre la recomendación que hice a los candidatos: ¿qué les recomiendas más en concreto sobre el sueño a cumplir; sobre sus colaboradores; sobre su "General Fierro" y sobre el coraje moral que deben de tener?

Yo le comenté que en el proceso de definir un sueño estratégico siempre recuerdo el sueño que tuvo el Presidente Kennedy al proponer: Yo quiero un hombre en la Luna.

Entonces, ¿cuál es nuestro hombre en la Luna?, me pregunta mi correctora de estilo.

A mí me gusta, le respondí, el sueño que compartió con nosotros el Presidente Zedillo en su segundo Informe de Gobierno al decirnos que quería "un México en el que las leyes sean cumplidas y aplicadas a todos por igual; un México plenamente democrático, con elecciones justas y limpias.

"Un México con una economía productiva, capaz de generar los empleos que necesitamos", dijo, "un México en el que cada niño y cada niña tengan alimentación adecuada, reciban educación de calidad y atención oportuna para su salud; un México en el que cada familia habite una vivienda digna con buenos servicios básicos; un México en el que tengamos seguridad en nuestras personas y en nuestros bienes, en el que confiemos unos en otros, en el que las autoridades sepan ganarse el respeto de todos.

"Un México generoso en oportunidades para todos", expresó.

¿Qué nos faltaría para lograrlo?, me pregunta mi correctora de estilo.

Primero que el Presidente o la Presidenta tenga la intención de lograrlo; que defina claramente la escalera para llegar al sueño deseado; que invite a colaboradores que sepan pasar del dicho al hecho y que sean responsables, honestos, veraces y muy trabajadores; que asigne y/o consiga los recursos económicos para hacerlo; y sobre todo que no quite el dedo del reglón hasta lograrlo.

¿Y qué del "General Fierro"?, insiste mi correctora de estilo.

Necesitan encontrar, le dije, un buen tiburón.

Al ver su cara de "no te entiendo", le dije: déjame contarte una historia de cómo los japoneses decidieron usar tiburones para poder ofrecer pescado fresco a sus clientes en su país.

A los japoneses siempre les ha gustado comer pescado fresco, pero en sus costas no tienen suficientes peces, así que decidieron construir grandes barcos para ir mar adentro para conseguir los productos que necesitaban, pero el tiempo de regreso era mucho para mantener frescos a los pescados.

Lo primero que hicieron para lograrlo fue poner congeladores, pero a los japoneses les gusta el pescado fresco, no congelado; esto motivó que tuvieran que bajar el precio del pescado congelado, lo cual los hizo buscar otras alternativas.

Finalmente decidieron poner tanques llenos de agua para mantener a los peces vivos, pero necesitaban que estuvieran moviéndose continuamente, pues de otra manera dejarían de moverse y perderían el sabor fresco que les exigían sus clientes japoneses, por lo que decidieron poner un pequeño tiburón en cada tanque para mantener activos a los peces.

Claro que los tiburones se comen algunos peces, pero la gran mayoría de ellos llega a las costas del Japón vivos y con sabor a fresco.

Ése debe de ser el estilo del nuevo "General Fierro", que actúe como el tiburón para mantener activos a todos los colaboradores del futuro Presidente, y que de vez en cuando "se coma" a los que toman decisiones inapropiadas o deciden ser flojos, irresponsables, mentirosos y sinvergüenzas.

Pero sobre todo, vuelvo a recalcar, los colaboradores deben llenar su frasco de coraje moral, ese combustible de la integridad que los motive a evitar tener un Gobierno sin congruencia, pues como dice la sabiduría popular, un Gobierno así es como una flor de plástico, llena de color, pero sin aroma, sin vida.

Ese combustible los debe motivar a actuar responsablemente y a luchar por evitar los tres males más importantes que tenemos en nuestra cultura: la permisividad, la ilegalidad y la impunidad

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