Por: Antonieta B. de De Hoyos
Sacudiendo el polvo de unos
estantes, llamó mi atención un libro pequeño de color celeste, con letra grande
y dibujos ilustrativos que se titula “El Memorándum de Dios” de Og Mandino. Al
abrirlo me di cuenta de que había subrayado con marca textos las frases más
importantes, lo que me facilito recordar con rapidez la esencia de lo leído,
así hubieran transcurrido más de tres décadas. En estas páginas el autor narra
la conversación que Dios sostiene con un hombre que se lamenta de su desdicha,
de lo mal que le va, y para colmo le culpa a Él de su fracaso. Para aclarar la
situación Dios le dicta las siguientes cinco leyes:
Primera Ley.- Cuenta
tus bendiciones. Físicamente te doté de todo, puedes hablar, oír, caminar, amar
y ser amado. Tienes un corazón, sangre, venas, piel, pulmones, cerebro, en prefectas condiciones que te permiten oler,
respirar, saborear, admirar. Tú eres mi mejor creación.
Segunda Ley.- Proclama
tu individualidad. Nunca ha habido sobre
la tierra nadie igual a ti ni lo habrá jamás. No te esfuerces en caminar como
tu hermano, en hablar como tu líder, jamás hagas lo que los demás, porque
podrías estar imitando lo malo; se tu mismo, demuéstrale al mundo tu
individualidad y te cubrirás de oro.
Tercera Ley.- Camina un
Kilómetro mas. Quién te invite a caminar un kilómetro, acompáñalo dos. Presta
más y mejores servicios de los que esperan de ti. Si solo haces por lo que te
pagan, serás mediocre. Permite que yo sea tu deudor, entonces sabrás que cada
minuto, cada esfuerzo de un servicio adicional te será pagado con creces y
mientras más me tarde en hacerlo, mejor. Tenemos un mundo que debemos
reconstruir y para eso nos necesitamos
los dos. Para ello te doté de poderes desconocidos para cualquier otra criatura
del universo: te di el poder de pensar, de amar, de reír, de crear, de hablar,
de orar; fuiste un ser viviente completo capaz de controlar su propio destino,
de manejar su vida por el pensamiento y no por el instinto.
Cuarta Ley.- El poder
de elección. Te agregué el poder de elegir, te toca a ti emplear con sabiduría
este nuevo poder: elige amar en vez de odiar, elige reír en vez de llorar,
crear en vez de destruir, curar en vez de herir, dar en vez de robar, crecer en
vez de corromperte, orar en vez de maldecir, vivir en vez de morir. Ahora ya sabes que tus desgracias no fueron
mi voluntad, sino la tuya. Eres un ser humano digno, puedes hacer maravillas,
tu potencial es ilimitado.
Quinta Ley.- Has todo
con amor. Amor a ti mismo, amor hacia los demás, amor hacia mí. Enjuga tus
lágrimas, estira tu mano, toma la mía y mantente erguido. El amor ágape es sublime,
se entrega al otro sin interés, es el amor propio de los cristianos que se
convierte en caridad, misericordia y compasión. La comprensión cristiana del
amor va más allá de cualquier sentimentalismo, es el centro mismo del cuerpo.
Amar es meter al otro en mi corazón. El corazón de Jesús se nos ha dado
para amar de esa manera ya que con
nuestro propio corazón sería imposible. Revivamos ese amor, en este maravilloso
tiempo de Adviento.
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