3 de septiembre de 2011

Los juegos de azar ¿son inmorales?


Por: Antonieta B. de De Hoyos

Desde que en un país se permite el juego, éste se convierte en vicio nacional. La ludopatía es una enfermedad mental de carácter social, que daña a la familia al alterar la relación de pareja y de padres-hijos. Los problemas económicos agravan el panorama creando un ambiente conflictivo que imposibilita la formación de valores humanos y cristianos. Cuando la adicción ya es considerable se falta al trabajo o se hace sin ánimo, llegando incluso a delinquir para continuar jugando.

Lo que más inquieta es la situación del ama de casa. La mujer jugadora que se dedica a las tareas domésticas, tiene también su ámbito laboral: el hogar. Por lo regular, el ama de casa está sola, los hijos en la escuela, el marido en el trabajo, no hay nada que le impida darse una escapada al bingo o a las máquinas de azar; lo más seguro es que juegue sumas pequeñas de dinero, pero en lo que tendrá que hacer maravillas es en su trabajo en casa. Por supuesto que la economía  doméstica se merma, a la vez que la tensión y las discusiones aumentan.

¿Pero es inmoral para los cristianos? El décimo mandamiento habla sobre la codicia como raíz de la mayoría de los problemas; es ese deseo por obtener riqueza pronta y fácil lo que lleva a la gente a estos centros de juego. Los fieles sabemos que Dios nos da talentos, entre ellos el tiempo y el dinero, y que al final de nuestra vida Él va a pedirnos estricta cuenta del uso que les dimos. Los juegos de azar son pérdida de tiempo y a veces dejan ganancia.

Cuando Tom Dewey era gobernador, se dirigió a la legislatura de Nueva York de la siguiente manera: “Toda la historia del juego legalizado en este país y en el exterior muestra que ha traído nada más que pobreza, crimen y corrupción, desmoralización de los parámetros éticos y morales, y últimamente un nivel de vida más bajo y de miseria para toda la gente.” Un jugador llega a ser tan adicto a su pasatiempo como el alcohólico lo es al alcohol y el drogadicto lo es a las drogas.  Lo que no debemos olvidar es que el tiempo y el dinero pertenecen a Dios, por eso no debemos despilfarrarlo.

El Gobernador Washburn de Wisconsin, en su mensaje anual del 9 de Enero de 1873 declaró, “Parece que se requiere una ley para deshacer las escuelas donde se forman los jugadores, éstas están en todos lados; inclusive la iglesia con fines religiosos o caritativos organiza loterías, paquetes de premios, etc., todos inventados para obtener dinero con el menor esfuerzo. Nada es tan desmoralizante y envenenador para los jóvenes, como la adquisición de dinero o propiedad sin trabajar. Con gente respetable involucrada en estos ocasionales negocios con el pretexto de una buena causa, no es extraño que la juventud del estado caiga con frecuencia en los hábitos que la excitación de los juegos de azar engendran.”


El juego es una enfermedad que esclaviza, mi preocupación es el incremento de mujeres jugadoras, nosotros como sociedad tenemos la obligación moral de tenderles la mano…, si queremos equilibrar de nuevo la balanza.

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