Por: Antonieta B. de De Hoyos
Era mediodía, hora de preparar los alimentos, para no sentirme sola enciendo el televisor, por lo general no atiendo la pantalla, solo escucho los comentarios y como no tengo programa ni canal favorito lo sintonizo al azar. Mientras cocinaba, recordé la telenovela que la noche anterior intenté disfrutar y que interrumpí por no ser de mi agrado. Aún no me acostumbro a ver escenas donde dos caballeros aparecen semi-desnudos entre las sabanas, acariciándose con discreción. Me entristeció constatar los antivalores que se difunden con estas historietas, razón por la que opté por apagar el aparato y leer un poco antes de dormir.
En esos pensamientos estaba, cuando escuché un barullo femenino. Entonces vi sentadas frente a una mesa a dos jóvenes entre los veinticinco y treinta años de edad, otra que pasaba de los cuarenta y la última que rebasaba los sesenta. Como el programa ya estaba iniciado no comprendí el por qué de sus risas, chascarrillos y comentarios, ni el sentido de las sugerencias que daban al auditorio para que aceptaran con gusto, el vanguardista estilo de vida en el tercer milenio. Me ganó la curiosidad, dejé lo que estaba haciendo con el firme propósito de atender cada una de sus palabras. El tema asignado para analizar ese día, de acuerdo al criterio (?) de cada una de ellas era: “Tú papá ahora es tu mamá”. (Un padre de una adolescente que gracias a una cirugía se había convertido en su madre), la pregunta:¿Lo aceptas?, ¿Lo toleras?.¿Lo discriminas?, ¿Lo juzgas con dureza?, ¿Te inconformas? o te da igual. Las respuestas llegaban por twitter o facebook y por encuestas realizadas en la calle. La clave era, originar polémica, descontrolar, no estar de acuerdo entre ellas. Se hablo de valores, de principios religiosos, de derechos humanos, de tolerancia, de felicidad, de placeres, de cambiar costumbres, de abrir la mente, de la libertad gracias a la globalización de ideas.
La inmadurez, la falta de visión y de preparación profesional en las conductoras, no les permitieron visualizar la problemática y sus consecuencias, más allá del presente lujurioso. Nadie se acordó del amor, del sacrificio, ni el respeto a la familia, solo Anel, aludió a la presencia divina y dio algunos testimonios de personas que con conductas similares, acabaron mal con su vida y la de sus seres queridos. No se cuanta gente vería este programa, de lo que si estoy segura es de que un gran número de televidentes, quedaron mas confundidos después de verlas y escucharlas.
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