Los quehaceres apurados de la vida diaria y, los problemas que cargamos en la actualidad nos consumen; para colmo nos hemos acostumbrado a vivir cansados y con la energía fragmentada, razón por la que es preciso encontrar una base firme que dé bienestar, y esa es la Paz Interior.
La paz interior genera y aumenta la energía positiva, y cuando se obtiene es menos su derroche en preocupaciones, lamentos, culpas, indecisiones y estupideces.
La paz interior puede sanar al individuo y curar al mundo, siempre y cuando se le tome en serio, porque solo quien vive la paz interior se libera, es feliz y hace felices a los que ama.
Encontrar esta clase de paz, es una responsabilidad que se torna difícil al entrar en el camino de la superación personal, ya que es ahí donde se inicia la guerra interna; cuando nos enfadamos por los errores, cuando nos resentimos por las debilidades y cuando nos resistimos a hacer realidad nuestras aspiraciones más elevadas.
Comenzamos a progresar en todas las áreas de la vida, cuando tomamos conciencia de la situación y nos orientamos hacia la verdadera paz interior; bienestar emocional y espiritual que se presenta cuando dejamos de lado esos pensamientos inquietantes, inútiles, amenazantes, que nos impiden comprender “lo que de verdad es”.
La paz interior es aceptar que Dios tiene todo bajo control, es estar convencidos de que todo está bien, aun cuando nuestro mundo parezca a punto de explotar. Gozamos de esta agradable sensación cuando nos apartamos de los líos mundanos, de conflictos o de responsabilidades mal comprendidas.
La paz interior se vuelve real cuando los problemas nos agobian y parecen no tener solución, es en ese instante, cuando elevamos la vista al cielo intentando comprender el “por qué y el para qué” de lo acontecido, que la descubrimos.
Es con esa especial experiencia como trascendemos, es cuando gozamos de la verdadera paz porque supimos alejar la tristeza, el miedo al futuro, las lamentaciones del pasado, la envidia, la impaciencia, la terquedad, la rigidez, etc.
El camino hacia la paz interior exige meditación personal y meditación en oración. Porque al orar nos colocamos en el presente y tomamos el control de nuestra mente y espíritu, al mismo tiempo que percibimos con mayor ímpetu la presencia divina.
Es necesario darnos un momento de sosiego para analizar la causa de nuestro agotamiento, para aprender que los problemas no son eternos, que se eternizan porque nos alejamos de la oración. Nuestro país y nuestro estado, necesitan de paz para progresar, por eso urge que nos convirtamos en pacificadores y provoquemos serenidad en las almas que tocamos.
La paz interior es una energía positiva que satisface toda necesidad y su beneficio se difunde. Se encuentra en los actos sencillos de amor que realicemos (si queremos) en nuestra cotidianidad, y serán estos los que lleven la paz y la armonía duradera a los hogares y naciones.
La paz interior genera y aumenta la energía positiva, y cuando se obtiene es menos su derroche en preocupaciones, lamentos, culpas, indecisiones y estupideces.
La paz interior puede sanar al individuo y curar al mundo, siempre y cuando se le tome en serio, porque solo quien vive la paz interior se libera, es feliz y hace felices a los que ama.
Encontrar esta clase de paz, es una responsabilidad que se torna difícil al entrar en el camino de la superación personal, ya que es ahí donde se inicia la guerra interna; cuando nos enfadamos por los errores, cuando nos resentimos por las debilidades y cuando nos resistimos a hacer realidad nuestras aspiraciones más elevadas.
Comenzamos a progresar en todas las áreas de la vida, cuando tomamos conciencia de la situación y nos orientamos hacia la verdadera paz interior; bienestar emocional y espiritual que se presenta cuando dejamos de lado esos pensamientos inquietantes, inútiles, amenazantes, que nos impiden comprender “lo que de verdad es”.
La paz interior es aceptar que Dios tiene todo bajo control, es estar convencidos de que todo está bien, aun cuando nuestro mundo parezca a punto de explotar. Gozamos de esta agradable sensación cuando nos apartamos de los líos mundanos, de conflictos o de responsabilidades mal comprendidas.
La paz interior se vuelve real cuando los problemas nos agobian y parecen no tener solución, es en ese instante, cuando elevamos la vista al cielo intentando comprender el “por qué y el para qué” de lo acontecido, que la descubrimos.
Es con esa especial experiencia como trascendemos, es cuando gozamos de la verdadera paz porque supimos alejar la tristeza, el miedo al futuro, las lamentaciones del pasado, la envidia, la impaciencia, la terquedad, la rigidez, etc.
El camino hacia la paz interior exige meditación personal y meditación en oración. Porque al orar nos colocamos en el presente y tomamos el control de nuestra mente y espíritu, al mismo tiempo que percibimos con mayor ímpetu la presencia divina.
Es necesario darnos un momento de sosiego para analizar la causa de nuestro agotamiento, para aprender que los problemas no son eternos, que se eternizan porque nos alejamos de la oración. Nuestro país y nuestro estado, necesitan de paz para progresar, por eso urge que nos convirtamos en pacificadores y provoquemos serenidad en las almas que tocamos.
La paz interior es una energía positiva que satisface toda necesidad y su beneficio se difunde. Se encuentra en los actos sencillos de amor que realicemos (si queremos) en nuestra cotidianidad, y serán estos los que lleven la paz y la armonía duradera a los hogares y naciones.
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