Por: Antonieta B. de De Hoyos
Buscando información para escribir sobre el adviento y además organizar los programas decembrinos de radio con este mismo tema, llegó a mis manos un excelente folleto denominado “Tejiendo una esperanza activa” elaborado por Misión por la fraternidad, en el encontré un magnífico material que me mostró con claridad, la esencia del adviento- navidad.
En la actualidad estamos viviendo o sufriendo por doquier, critica situación que ha llevado a muchos a la desesperación, a otros a la resignación y en casos extremos a la violencia, razón imperante por la que debemos retomar nuestra fe y empezar a tejer una esperanza activa; en otras palabras, dejar de lado la cómoda pasividad cotidiana y comenzar a trabajar con firmeza en los valores cristianos olvidados. Es cierto que la esperanza es la última que debe morir, pero qué difícil es mantenerla viva en esta racha de violencia exacerbada y fuera de control en las relaciones de todos los niveles: familiares, sociales y laborales.
Hoy la muerte ha alcanzado a cientos de niños, mujeres y hombres, víctimas inocentes de “fuegos cruzados” o de “grupos organizados”, incluso a defensores de los derechos humanos, actos delictivos en los que la impunidad impera porque nadie resulta responsable.
Lo verdadero es que existe una carestía creciente por los altos precios de los alimentos, de los servicios públicos y de la salud y, que por más que los gobiernos se esfuercen las fuentes de trabajo son escasas, miles de personas pasan hasta dos años sin empleo digno y muchos de los subempleos tienen salarios y horarios no permitidos por la ley.
Otra triste realidad es que nuestros niños, adolescentes y jóvenes tienen cada vez menos oportunidades de estudio, de ahí su necesidad de buscar trabajo “donde sea”, con tal de obtener dinero rápido, y de pasada fácil.
Los desastres naturales: sequías, inundaciones, terremotos, llegan como resultado de la sobre explotación irracional de la tierra, que queda impedida para producir lo necesario para sustentar la vida. Es duro el panorama, nos quedamos atónitos, casi inmovilizados, ante este presente insólito y un futuro aun más incierto, actitud que produce la sensación de estar “destejidos” como individuos, familias, comunidad y país…bastante desanimados, como para emprender en grupo propuestas y acciones que pueden mejorar nuestro entorno.
Sin embargo, las realidades de muerte o de miedo no tienen la última palabra, no pueden lograr que la esperanza se nos muera, no pueden quitarnos la posibilidad de creer, de luchar y apostar por ese otro mundo mejor y posible. Ésta es nuestra fe, apoyada en la esperanza cristiana, una esperanza que va contra toda desesperanza. Es Jesús y su Reino el que nos convoca y anima en este año a que juntos, en comunidad, meditemos, celebremos y nos pongamos en marcha…tejiendo una esperanza activa, basada en la palabra del Profeta Isaías: “Harán arados de sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas”. (Is. 2,4b).
No hay comentarios:
Publicar un comentario