PENSAMIENTO FEMENINO, por Antonieta B. de De Hoyos
La Independencia de México es el periodo de nuestra historia, que abarca desde las primeras conspiraciones y el inicio del levantamiento armado la madrugada del 16 de septiembre de 1810, con el “Grito de Dolores”, hasta la consumación de la Independencia de 1821, con la entrada del ejército Trigarante a la Ciudad de México.
Es una etapa de muchos cambios políticos y sociales en el que también las mujeres tuvieron una amplia participación, y a partir del cual su introducción en la vida pública empieza a incrementarse.
Ciertas mujeres como Leona Vicario y Josefa Ortiz de Domínguez, destacan en la insurgencia por dedicar su fortuna y su vida a este movimiento, pero hubo otras que trascendieron más por su espíritu de sacrificio y por sus sorpresivas acciones valerosas; abnegadas y fieles esposas, hermanas, hijas o madres valientes que animaron, aconsejaron, muchas perdieron sus vidas y la de sus hijos, convirtiéndose así, en víctimas anónimas de la lucha independiente.
Algunas de ellas están inscritas en la historia nacional, por ejemplo: María Ricarda Rosales hija de Fulgencio Rosales , fusilado y colgado; Andrea González, esposa de José Güemes, quien fue asesinado; Rafaela López Aguado de Rayón, madre de los destacados hermanos Rayón, entregó cinco hijos a la causa; María Manuela Taboada, esposa de Mariano Abasolo, cayó prisionera mientras luchaba junto a su esposo; Guadalupe Rangel, esposa de Albino García, montada a caballo y con el sable en la mano tomaba parte en los combates, fue apresada. María Ignacia Rodríguez, mujer de sociedad, mejor conocida como “La Güera Rodríguez” mandaba noticias o las estrategias del ejército realista a los insurgentes. Gertrudis Bocanegra al morir su esposo se dedicó en cuerpo y alma a la causa de la independencia, fue descubierta y fusilada. Altagracia Mercado “La heroína de Huichapan” (Hidalgo) con su dinero armó un pequeño ejército y peleó contra los realistas. No la fusilaron porque el coronel reconoció que mujeres como ella no debían morir. Luisa Martínez, de Michoacán, junto con su esposo fueron aprehendidos y al momento de fusilarla, grito con todas sus fuerza: “! Como mexicana, tengo el derecho a defender a mi patria!”
Sin la osadía y arrojo de mujeres dispuestas a sacrificarse en defensa de la libertad, y sin su intervención, nada hubiese sido como fue. Estas señoras vivieron una época muy diferente a la que vivimos nosotras en la actualidad, este es el enorme contraste de tiempos. El acceso a la educación y a la información antes era muy limitado, se consideraba innecesario para la calidad femenina. La mujer fuerte, la compañera solidaria no solo de un hombre sino de un ideal, se rebeló ante la sociedad, ante sus principios y no se adormeció en su comodidad.
Hoy México está en guerra, y son muchos sus adversarios: la corrupción en el gobierno, la política y la justicia, el furor del narcotráfico, la irresponsabilidad al engendrar, el abandono del campo, la deficiente educación. La patria se muere frente a la desigualdad económica y el desempleo de miles de jóvenes que caen en el pandillerismo, las drogas, alcoholismo, enfermedades, violencia y pobreza extrema.
Es necesario que las mujeres despertemos y luchemos por infundir de nueva cuenta esos valores que forjan hombres y mujeres de bien, libres y fuertes de espíritu, que busquen el bien y desprecien el mal, que sean veraces y no falsos, para que gocen la gloria y no el infierno.
¡Viva México! y ¡Vivan las mexicanas!
Sept.15, 2010
La Independencia de México es el periodo de nuestra historia, que abarca desde las primeras conspiraciones y el inicio del levantamiento armado la madrugada del 16 de septiembre de 1810, con el “Grito de Dolores”, hasta la consumación de la Independencia de 1821, con la entrada del ejército Trigarante a la Ciudad de México.
Es una etapa de muchos cambios políticos y sociales en el que también las mujeres tuvieron una amplia participación, y a partir del cual su introducción en la vida pública empieza a incrementarse.
Ciertas mujeres como Leona Vicario y Josefa Ortiz de Domínguez, destacan en la insurgencia por dedicar su fortuna y su vida a este movimiento, pero hubo otras que trascendieron más por su espíritu de sacrificio y por sus sorpresivas acciones valerosas; abnegadas y fieles esposas, hermanas, hijas o madres valientes que animaron, aconsejaron, muchas perdieron sus vidas y la de sus hijos, convirtiéndose así, en víctimas anónimas de la lucha independiente.
Algunas de ellas están inscritas en la historia nacional, por ejemplo: María Ricarda Rosales hija de Fulgencio Rosales , fusilado y colgado; Andrea González, esposa de José Güemes, quien fue asesinado; Rafaela López Aguado de Rayón, madre de los destacados hermanos Rayón, entregó cinco hijos a la causa; María Manuela Taboada, esposa de Mariano Abasolo, cayó prisionera mientras luchaba junto a su esposo; Guadalupe Rangel, esposa de Albino García, montada a caballo y con el sable en la mano tomaba parte en los combates, fue apresada. María Ignacia Rodríguez, mujer de sociedad, mejor conocida como “La Güera Rodríguez” mandaba noticias o las estrategias del ejército realista a los insurgentes. Gertrudis Bocanegra al morir su esposo se dedicó en cuerpo y alma a la causa de la independencia, fue descubierta y fusilada. Altagracia Mercado “La heroína de Huichapan” (Hidalgo) con su dinero armó un pequeño ejército y peleó contra los realistas. No la fusilaron porque el coronel reconoció que mujeres como ella no debían morir. Luisa Martínez, de Michoacán, junto con su esposo fueron aprehendidos y al momento de fusilarla, grito con todas sus fuerza: “! Como mexicana, tengo el derecho a defender a mi patria!”
Sin la osadía y arrojo de mujeres dispuestas a sacrificarse en defensa de la libertad, y sin su intervención, nada hubiese sido como fue. Estas señoras vivieron una época muy diferente a la que vivimos nosotras en la actualidad, este es el enorme contraste de tiempos. El acceso a la educación y a la información antes era muy limitado, se consideraba innecesario para la calidad femenina. La mujer fuerte, la compañera solidaria no solo de un hombre sino de un ideal, se rebeló ante la sociedad, ante sus principios y no se adormeció en su comodidad.
Hoy México está en guerra, y son muchos sus adversarios: la corrupción en el gobierno, la política y la justicia, el furor del narcotráfico, la irresponsabilidad al engendrar, el abandono del campo, la deficiente educación. La patria se muere frente a la desigualdad económica y el desempleo de miles de jóvenes que caen en el pandillerismo, las drogas, alcoholismo, enfermedades, violencia y pobreza extrema.
Es necesario que las mujeres despertemos y luchemos por infundir de nueva cuenta esos valores que forjan hombres y mujeres de bien, libres y fuertes de espíritu, que busquen el bien y desprecien el mal, que sean veraces y no falsos, para que gocen la gloria y no el infierno.
¡Viva México! y ¡Vivan las mexicanas!
Sept.15, 2010
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