Colaboración de: Antonieta B. de De Hoyos
Buscando fechas en el calendario verde dedicado al cuidado del planeta, me sorprendió que desde hace dos décadas la Organización de las Naciones Unidas hubiera decretado esta fecha, con el propósito de que la gente reflexione sobre lo que significa que seamos 6,500 millones de personas los que poblamos el planeta. Cifra alarmante que no es inventada, ya que proviene del Centro de Información y Comunicación Ambiental de Norte América A.C. (CICEANA), asociación civil con sede en la Ciudad de México.
En este impreso queda claro, que cada nuevo ciudadano del mundo debe tener acceso a tres satisfactores básicos: alimento, techo y vestido. Desafortunadamente, en nuestra forma de vida actual prevalece el modelo occidental, en el que las personas requieren del uso de tecnología, energéticos, plástico y otros elementos científicos, para vivir con comodidad y satisfacer sus necesidades creadas, artificiales, que obligan la explotación irracional de los recursos naturales cada vez más escasos.
El origen de la degradación ambiental, radica primero en ser demasiados habitantes y segundo, en el erróneo estilo de vida adoptado. Lo ideal sería por supuesto, que hiciéramos uso de los recursos de manera razonada ya que cada persona por el simple hecho de ocupar un espacio, requiere de ellos. Si los rebasamos y no los recuperamos, escasearán o desaparecerán; como está sucediendo con los bosques, el agua potable, diversas especies de flora y fauna y otros recursos.
Sabemos que el planeta tiene límites, que nos ofrece de todo, pero que debe recargarse y que su capacidad de recuperación no entiende de prisas humanas. Más de 6,000 millones de personas demandando satisfactores a la vez, rompen el esquema; la flora y la fauna se extinguen en un lapso geológico muy corto.
También sabemos que nuestro modelo de desarrollo para el progreso, ya no sirve, que apremia evitar el derroche de energéticos en el diario vivir, detener la desertificación causada por la deforestación y la falta de humedad ambiental por la ausencia de vegetación. Al degradar el ambiente provocamos el aumento de la temperatura global y los cambios climáticos, que ya nos cobran factura.
De acuerdo a la economía mundial, la escasez de alimentos, el agotamiento de acuíferos y la deforestación, están afectando el patrimonio de muchas naciones y esto se debe en gran parte, a la desigualdad en el reparto de recursos; que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Es impostergable cambiar conductas. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que para el año 2050 habrá entre 7,700 y 11,200 millones de habitantes.
Por lo anterior es necesario reflexionar y actuar. Cuenta hasta diez... en ese corto periodo de tiempo ya han nacido 27 seres humanos (sin contar cuando llega más de uno), ellos compartirán con nosotros tierra, alimentos, agua, aire, espacio y otras necesidades.
Para avanzar debemos conocernos por ejemplo: al ejercer tu derecho a la sexualidad, ¿estás consiente de la magnitud de tu responsabilidad en caso de engendrar? ¿Crees que todos están obligados a ayudarte? ¿Piensas todavía que el dinero es la solución?
Fíjate bien: Un hijo no es un trofeo, ni un capricho concedido, ni un error, ni un accidente, ni cura de soledades, ni seguridad en la vejez. Un hijo es el sello de un pacto establecido entre los padres y Dios.
Buscando fechas en el calendario verde dedicado al cuidado del planeta, me sorprendió que desde hace dos décadas la Organización de las Naciones Unidas hubiera decretado esta fecha, con el propósito de que la gente reflexione sobre lo que significa que seamos 6,500 millones de personas los que poblamos el planeta. Cifra alarmante que no es inventada, ya que proviene del Centro de Información y Comunicación Ambiental de Norte América A.C. (CICEANA), asociación civil con sede en la Ciudad de México.
En este impreso queda claro, que cada nuevo ciudadano del mundo debe tener acceso a tres satisfactores básicos: alimento, techo y vestido. Desafortunadamente, en nuestra forma de vida actual prevalece el modelo occidental, en el que las personas requieren del uso de tecnología, energéticos, plástico y otros elementos científicos, para vivir con comodidad y satisfacer sus necesidades creadas, artificiales, que obligan la explotación irracional de los recursos naturales cada vez más escasos.
El origen de la degradación ambiental, radica primero en ser demasiados habitantes y segundo, en el erróneo estilo de vida adoptado. Lo ideal sería por supuesto, que hiciéramos uso de los recursos de manera razonada ya que cada persona por el simple hecho de ocupar un espacio, requiere de ellos. Si los rebasamos y no los recuperamos, escasearán o desaparecerán; como está sucediendo con los bosques, el agua potable, diversas especies de flora y fauna y otros recursos.
Sabemos que el planeta tiene límites, que nos ofrece de todo, pero que debe recargarse y que su capacidad de recuperación no entiende de prisas humanas. Más de 6,000 millones de personas demandando satisfactores a la vez, rompen el esquema; la flora y la fauna se extinguen en un lapso geológico muy corto.
También sabemos que nuestro modelo de desarrollo para el progreso, ya no sirve, que apremia evitar el derroche de energéticos en el diario vivir, detener la desertificación causada por la deforestación y la falta de humedad ambiental por la ausencia de vegetación. Al degradar el ambiente provocamos el aumento de la temperatura global y los cambios climáticos, que ya nos cobran factura.
De acuerdo a la economía mundial, la escasez de alimentos, el agotamiento de acuíferos y la deforestación, están afectando el patrimonio de muchas naciones y esto se debe en gran parte, a la desigualdad en el reparto de recursos; que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Es impostergable cambiar conductas. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que para el año 2050 habrá entre 7,700 y 11,200 millones de habitantes.
Por lo anterior es necesario reflexionar y actuar. Cuenta hasta diez... en ese corto periodo de tiempo ya han nacido 27 seres humanos (sin contar cuando llega más de uno), ellos compartirán con nosotros tierra, alimentos, agua, aire, espacio y otras necesidades.
Para avanzar debemos conocernos por ejemplo: al ejercer tu derecho a la sexualidad, ¿estás consiente de la magnitud de tu responsabilidad en caso de engendrar? ¿Crees que todos están obligados a ayudarte? ¿Piensas todavía que el dinero es la solución?
Fíjate bien: Un hijo no es un trofeo, ni un capricho concedido, ni un error, ni un accidente, ni cura de soledades, ni seguridad en la vejez. Un hijo es el sello de un pacto establecido entre los padres y Dios.
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