16 de julio de 2010

Obras son amores?


Después de los penosos incidentes que vivimos la semana pasada, primero con las inundaciones que afectaron una vez mas a numerosas familias de nuestra ciudad y que hasta la fecha siguen requiriendo el apoyo de la comunidad en general así como municipal, estatal y federal y después con el trágico accidente donde perdieron la vida funcionarios públicos y amigos entre los que se encontraba nuestro Presidente Municipal José Manuel Maldonado, no nos resta más que lamentarnos, orar por ellos y como una sociedad deseosa de que las cosas cambien para bien, ver hacia adelante. Guardar en nuestro corazón los buenos recuerdos que estas personas nos dejaron en su paso por la vida y continuar con la nuestra, con empeño, dignidad y con espíritu de servicio. No hay de otra.

No será nada fácil para el suplente, sea del origen político y de las relaciones que sea, ocupar el lugar que dejo Maldonado en la comunidad. La silla la puede ocupar el día que lo decida el gobernador, pero lo que será difícil ocupar será el lugar que en el corazón de la gente dejo Pepe. Al nuevo alcalde se le desea lo mejor en esta aventura. Tiene, como lo tenía Maldonado, todo el apoyo de los Moreira y hasta donde se ve, de los medios de comunicación, por lo que tiene todo a su favor para salir adelante. Ahora, lo más importante es que se gane a la gente del pueblo con trabajo continuo, actitud de servicio y oficinas de puertas abiertas. Desde acá, a nivel de cancha, le deseamos a Oscar el mayor de los éxitos. Que no defraude la confianza que le dan los Moreira y más importante, que no defraude la esperanza de un pueblo deseoso de contar con un líder que vele por su bienestar.

Porque problemas hay muchos. Fíjense. Otra vez quedo de manifiesto ante propios y extraños la vulnerabilidad de la ciudadanía ante los embates de la naturaleza no obstante las obras públicas que se han realizado en Piedras Negras para evitarlo. Al crecerse el Rio Escondido y rebasar sus aguas sobre el costosísimo puente que se construyo sobre él, desenmascaro un gasto inútil y una proyección de obra pésima que toda la ciudadanía sabia excepto los que autorizaron y construyeron esa obra. Quedamos incomunicados cuando el egreso se planeo para evitarlo y nadie podía entrar ni salir de nuestra ciudad si no era cruzando a Eagle Pass. Nuestra ciudad requiere estar preparada para este tipo de eventualidades. Ya ocurre con más frecuencia que el Rio Escondido se desborde e impida el tráfico por ese lugar, por lo que la inversión, como lo asegurábamos, no sirvió para nada. No es posible que cada vez que llueve fuerte, las aguas producen sufrimiento y perdidas a sus habitantes. La infraestructura civil que la autoridad cacaraquea a diario en los periódicos y en los espectaculares en todo el estado, deja al descubierto la mala calidad de las obras y sobre todo, la pésima planeación. Muestra con toda su fuerza el verdadero objetivo por que las obras publicas son construidas. Enriquecer a unos cuantos, sin importarles un comino el beneficio de los habitantes.

Les vale un pito si un puente se hace al revés, o si el puente del laguito mexicano está mal construido. El chiste es gastar dinero, porque ahí es donde está el negocio. Justificaciones sobran. Los ingenieros del municipio dicen que se construyen de esa manera porque son instrucción de los del estado y los del estado culpan a los de la federación porque ellos les prevén los recursos financieros y los deben construir como se les indica. Total, el que sufre las consecuencias es el ciudadano de quien con sus impuestos sale para pagar las obras.

Donde estará la raya imaginaria que divide la frontera de decisión de las autoridades de invertir ya sea en el embellecimiento o en la seguridad de nuestra ciudad?. ¿Quien la pone? Mientras la primera siendo necesaria se pudiera esperar para mejores épocas, la segunda nos resulta a todas luces indispensable y más aun, apremiante. Para que esa raya la puedan mover los gobiernos municipales de acuerdo a las necesidades de sus ciudadanos deberían tener autonomía de gestión y no simplemente agachar la cabeza en señal de sumisión (enmascarada de disciplina) ante las instrucciones del gobierno estatal para ejercer el presupuesto en obras y servicios que a ellos se les ocurra y que en esta difícil época, no tienen ningún valor agregado.

Esa raya, debería ser como dirían los gurús del futbol, una raya “líbera”. Que se mueva de un lado a otro según las necesidades de la población y no a conveniencia de la gente de escritorio del Estado. No tenemos una autonomía de gobierno municipal. Están para lo que ordenen los príncipes de la monarquía estatal. Ejercen lo que se les dice que ejerzan, partidas presupuestales etiquetadas, contratos asignados desde allá y hasta personal asignado en puestos importantes en el municipio. No existe autonomía de gestión desde hace buen rato en nuestra ciudad.

Porque de qué sirve construir carísimos camellones llenos de palmas, si estos se manchan de sangre. De qué sirve gastar millones de pesos en puentes inútiles, si a las colonias que sus calles llevan los roban constantemente o se desbordan sobre él las primeras aguas de temporada. De qué sirve tener un paseo del Rio pegado a nuestra ciudad, si sus ciudadanos y nuestros vecinos no lo podrán disfrutar por temor a sufrir un robo o una agresión que la autoridad ni siquiera se tomara la molestia de investigar y a la primera avenida de agua se destroza su construcción. Para que se gastan cientos de millones de pesos para comprar predios a particulares y gastar una verdadera fortuna con el fin de construir una plazota en el centro de la ciudad, si en las colonias populares que están a su alrededor manda la delincuencia y existe la prostitución en el centro histórico a la vista de los inspectores municipales y se hace caso omiso a las llamadas de auxilio de los ciudadanos al infame 066. De qué sirve gastar millones de pesos en pinos inútiles y luego suplirlos con palmas pelonas para embellecer las avenidas, si cuando apenas llueve se inundan las colonias que siempre han sufrido las inclemencias del tiempo. De qué sirve que se gasten millones de pesos en publicidad del gobierno estatal en espectaculares, radio y televisión, si a escondidas las autoridades municipales y estatales han autorizado sin el consentimiento de la población el Tajo Norte, que seguramente traerá graves consecuencias a la ciudadanía.

Para nada somos “La Gente” del gobierno como la publicidad gubernamental se empeña en presumir.

La ciudadanía exige vigilancia constante, que se erradique la delincuencia que impera en la ciudad, que se retire a los pedigüeños de las colonias y que son un riesgo latente en cada casa habitación y que se atiendan en tiempo y forma las llamadas de auxilio por parte de la policía. Para eso hay que equiparlos del personal y las herramientas adecuadas en cantidad y calidad, con salarios justos y acordes al riesgo de su trabajo. ¿Difícil? Claro que sí, un poco más difícil que andar poniendo palmitas y pinitos por doquier.

Cerrar los ojos o meter la cabeza en un hoyo como los avestruces para no ver lo que realmente está sucediendo en nuestra ciudad no es la solución. Poner retenes en las avenidas de la ciudad para sorprender al ciudadano con unas cervezas en vez de utilizar la policía para vigilar estrictamente cada rincón de la ciudad y erradicar la delincuencia que nos abruma, tampoco. Eso es querer tapar el sol con un dedo.
Ahora resulta que nos tenemos que cuidar además del peligro en nuestras calles, de la policía que supuestamente esta para cuidarnos. Vamos de mal en peor en esta ciudad que no obstante su belleza, es cada día más insegura para todos. Inclusive para los sacerdotes.

Señores; por ahora preferimos la frontera blanca que una vez nos distinguió, aunque sin iconos de belleza con cero valor agregado.

Nos vemos…

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