Colaboración de; Antonieta B. de De Hoyos
Desde hace varias semanas los adolescentes y jóvenes se han convertido en los principales protagonistas en noticieros de radio y televisión. Para nuestro infortunio su notoriedad reside en los actos delictivos que cometen al ingerir alcohol sin control. Todos los días aparecen como responsables de accidentes de tránsito: choques, volcaduras, atropellamientos o, pleitos callejeros que terminan en hechos sangrientos, aunados a robos, sobre dosis, abusos sexuales, violencia en el hogar, etc.
Esta información me recordó un artículo que escribí hace varias décadas, y que me pareció interesante reproducir en parte y con la adaptación pertinente. Se titula “Los jóvenes el alcohol y la navidad”. A nivel mundial y nacional, se ha establecido una campaña que consiste en evitar a toda costa, que un joven pruebe o tan siquiera huela una botella de licor o cerveza. ¿Por qué? Está comprobado que un buen vaso de vino o de cerveza de calidad son benéficos para la salud, además; en un párrafo de la Biblia escrito está, que Dios hizo el vino para la alegría del hombre después de un arduo día de trabajo, lo que no precisó fue la cantidad, ni que el exceso provocaría pérdida del control en la conducta y a veces, hasta del conocimiento.
Lo impostergable, es enseñar a nuestros hijos a manejar la bebida, que no sea ella quien les manipule. Mostrar lo riesgoso que resulta, un ser humano debilitado a merced de los demás. Es muy bonito convivir y saborear una bebida, pero cuidando siempre de no terminar siendo él o la payasa de la fiesta, el bravucón repugnante o la descarada y lo que es peor, el responsable de una terrible tragedia.
Desgraciadamente los comerciales televisivos presentan a los jóvenes que beben guapos y bellas, inteligentes y triunfadores, felices y seguros de su presente y futuro cuando nada de eso es verdad, lo que sí es cierto es el final triste y su eterna lucha por superar la adicción repitiéndose mil veces, ”solo por hoy”…Las estadísticas señalan que las mujeres alcoholizadas han superado a los varones, por eso urge que aprendan a manejar la bebida, a no dejar ante cualquier botella el orgullo de ser Hijo de Dios. Deseo que ésta navidad y todas las que Él nos permita, las sepamos gozar con la dignidad que heredamos.
Esta información me recordó un artículo que escribí hace varias décadas, y que me pareció interesante reproducir en parte y con la adaptación pertinente. Se titula “Los jóvenes el alcohol y la navidad”. A nivel mundial y nacional, se ha establecido una campaña que consiste en evitar a toda costa, que un joven pruebe o tan siquiera huela una botella de licor o cerveza. ¿Por qué? Está comprobado que un buen vaso de vino o de cerveza de calidad son benéficos para la salud, además; en un párrafo de la Biblia escrito está, que Dios hizo el vino para la alegría del hombre después de un arduo día de trabajo, lo que no precisó fue la cantidad, ni que el exceso provocaría pérdida del control en la conducta y a veces, hasta del conocimiento.
Lo impostergable, es enseñar a nuestros hijos a manejar la bebida, que no sea ella quien les manipule. Mostrar lo riesgoso que resulta, un ser humano debilitado a merced de los demás. Es muy bonito convivir y saborear una bebida, pero cuidando siempre de no terminar siendo él o la payasa de la fiesta, el bravucón repugnante o la descarada y lo que es peor, el responsable de una terrible tragedia.
Desgraciadamente los comerciales televisivos presentan a los jóvenes que beben guapos y bellas, inteligentes y triunfadores, felices y seguros de su presente y futuro cuando nada de eso es verdad, lo que sí es cierto es el final triste y su eterna lucha por superar la adicción repitiéndose mil veces, ”solo por hoy”…Las estadísticas señalan que las mujeres alcoholizadas han superado a los varones, por eso urge que aprendan a manejar la bebida, a no dejar ante cualquier botella el orgullo de ser Hijo de Dios. Deseo que ésta navidad y todas las que Él nos permita, las sepamos gozar con la dignidad que heredamos.
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