Desde Acà...
Desigualdad, Exclusion, inequidad
Marginacion y Pobreza
Lic. Chavez y Pacho
Parece ser características inequívocas del modelo económico en que se ha pretendido sustentar el desarrollo del país.
La desigualdad en los ingresos de la población se ha ensanchando en los últimos años, según la Encuesta Nacional de Ingresos de Gastos en los Hogares (ENIGH), misma que muestra que a lo largo de 2008, el sector de mayores ingresos y la población con los menores, tuvieron un retroceso de 1.6 %. Lo anterior indica, que el 60.0 % de los hogares de menores ingresos vieron reducida su participación al concentrar sólo el 26.7 % de estos, mientras que el 10.0 % de los hogares con los ingresos más altos, permanecen aglutinando el 36,3 % del ingreso nacional, lo que significó un incremento de 0.6 %, en los dos últimos años.
Los hogares con mayores rezagos y pobreza, sintieron una caída de 8.0 % en sus ingresos promedio trimestre, al pasar en 2006 de 6,651 pesos a 6,116 en 2008, mientras que los más ricos, prácticamente se mantuvieron sin mayores cambios, al mantener sus ingresos en 133,048 pesos. Aquí la primera gran desigualdad, ya que no es lo mismo tener ingresos de 6,116, que 133 mil 48 pesos trimestrales.
Con esto, la exclusión, inequidad, marginación y por supuesto la pobreza, son consecuencia natural de las brutales desigualdades a que hemos sometido a los sectores mas desprotegidos de la sociedad. Entendiendo que exclusión y marginación, se refieren a una situación de desventaja económica, profesional, política o de estrato social, mientras que la inequidad, se entiende como el reflejo de los mas desposeídos, que por su propia condición de pobreza, generan serios trastornos de carácter social.
Según el coeficiente de Gini, que se utiliza como indicador que mide la concentración, donde cero (0), significa un ingresos distribuido y uno (1), cuando hay una concentración absoluta, este coeficiente para el año 2008, se ubico en 0.482, contra el 0.479 de dos años anteriores. Lo que significa que del total de ingresos que reciben los hogares, 80.1 % son monetarios y 19.9 % es de otra índole. Del primero, la mayor parte, 62.5 %, proviene de las remuneraciones que reciben los integrantes de un hogar por un trabajo subordinado, le siguen en orden de importancia, los ingresos de los trabajadores independientes, o sea 15.8 % y las transferencias recibidas de instituciones gubernamentales, privadas o de otros hogares proviene el 12.4 % , esto solo para citar las fuentes más importantes.
Desde un punto de vista demográfico, se estima que en nuestro país existen poco más de 26.7 millones de hogares, con un promedio de integrantes de cuatro miembros, de los cuales, 1.1 son menores de 14 años, 2.6 tienen entre 14 y 64, el resto 0.3, tiene 65 años o más. Lo que nos lleva a la perspectiva que en poblaciones con más de 2,500 habitantes, los ingresos rondan en 41,340 pesos, más o menos 3,108 dólares, mientras que en las menores, cae a 18,276 pesos o sea (1,395 dólares).
De aquí, que las desigualdades, pobreza, exclusión e inequidad, se hayan convertido en parte de nuestra idiosincrasia, que para superarlas será menester ineludible profundizar en las reformas estructurales de todo orden, donde sobre salen la fiscal, laboral, financiera, energética, educativa, comunicaciones y muchos etc., que nos induzcan a convertirnos un país altamente eficiente, competitivo, y productivo, que por ende nos conduzca a estadios de vida de alta calidad.
Otra tarea para la nueva legislatura, que ojala y se ponga a chambear en serio, los tiempos ya no están para otra cosa.
Los hogares con mayores rezagos y pobreza, sintieron una caída de 8.0 % en sus ingresos promedio trimestre, al pasar en 2006 de 6,651 pesos a 6,116 en 2008, mientras que los más ricos, prácticamente se mantuvieron sin mayores cambios, al mantener sus ingresos en 133,048 pesos. Aquí la primera gran desigualdad, ya que no es lo mismo tener ingresos de 6,116, que 133 mil 48 pesos trimestrales.
Con esto, la exclusión, inequidad, marginación y por supuesto la pobreza, son consecuencia natural de las brutales desigualdades a que hemos sometido a los sectores mas desprotegidos de la sociedad. Entendiendo que exclusión y marginación, se refieren a una situación de desventaja económica, profesional, política o de estrato social, mientras que la inequidad, se entiende como el reflejo de los mas desposeídos, que por su propia condición de pobreza, generan serios trastornos de carácter social.
Según el coeficiente de Gini, que se utiliza como indicador que mide la concentración, donde cero (0), significa un ingresos distribuido y uno (1), cuando hay una concentración absoluta, este coeficiente para el año 2008, se ubico en 0.482, contra el 0.479 de dos años anteriores. Lo que significa que del total de ingresos que reciben los hogares, 80.1 % son monetarios y 19.9 % es de otra índole. Del primero, la mayor parte, 62.5 %, proviene de las remuneraciones que reciben los integrantes de un hogar por un trabajo subordinado, le siguen en orden de importancia, los ingresos de los trabajadores independientes, o sea 15.8 % y las transferencias recibidas de instituciones gubernamentales, privadas o de otros hogares proviene el 12.4 % , esto solo para citar las fuentes más importantes.
Desde un punto de vista demográfico, se estima que en nuestro país existen poco más de 26.7 millones de hogares, con un promedio de integrantes de cuatro miembros, de los cuales, 1.1 son menores de 14 años, 2.6 tienen entre 14 y 64, el resto 0.3, tiene 65 años o más. Lo que nos lleva a la perspectiva que en poblaciones con más de 2,500 habitantes, los ingresos rondan en 41,340 pesos, más o menos 3,108 dólares, mientras que en las menores, cae a 18,276 pesos o sea (1,395 dólares).
De aquí, que las desigualdades, pobreza, exclusión e inequidad, se hayan convertido en parte de nuestra idiosincrasia, que para superarlas será menester ineludible profundizar en las reformas estructurales de todo orden, donde sobre salen la fiscal, laboral, financiera, energética, educativa, comunicaciones y muchos etc., que nos induzcan a convertirnos un país altamente eficiente, competitivo, y productivo, que por ende nos conduzca a estadios de vida de alta calidad.
Otra tarea para la nueva legislatura, que ojala y se ponga a chambear en serio, los tiempos ya no están para otra cosa.
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